Valparaíso: un caso de falta de servicio
Hace un par de meses Valparaíso volvió al centro de la discusión pública luego que un influencer británico hiciera duras críticas a la ciudad, apuntando especialmente a la suciedad, los malos olores y la inseguridad. Los múltiples problemas que aquejan a la ciudad puerto tienen diversas causas y no existe una receta única para enfrentarlos. Lo cierto es que, a medida que las sociedades se complejizan, también lo hacen las necesidades públicas que el Estado debe satisfacer. Sin embargo, asumir nuevas responsabilidades no debería significar abandonar aquellas funciones esenciales que permiten la vida en sociedad y que constituyen la base para que las personas desarrollen sus proyectos vitales.
Podemos enumerar cuáles son los deberes fundamentales del Estado, o de una Municipalidad respecto a su comuna. El primer deber del Estado es brindar seguridad a sus habitantes. Es la función más básica para la vida colectiva: entregamos parte de nuestra libertad para que el Estado nos garantice condiciones mínimas de convivencia, como poder transitar, reunirnos, emprender o simplemente pasear sin temer por nuestra integridad física o incluso por nuestras vidas. Pero esa materia, sin duda esencial, no es el objetivo de esta columna.
Todos estaremos de acuerdo que hay muchas cosas que mejorar de nuestro querido Valparaíso. Se dirá que no se cuenta con los recursos y que existen otras prioridades, es por eso que en esta ocasión los invito a ser creativos y usar el ingenio.
Luminarias: Una caminata por Valparaíso al anochecer evidencia la gran cantidad de luminarias que no funcionan. Sabemos que el alumbrado público es un elemento clave en la prevención del delito. Si se trata de un servicio que se paga con fondos municipales por cada luminaria instalada, la autoridad local debiera ser la primera en exigir a la empresa eléctrica que mantenga y repare el sistema de iluminación pública. En este punto, no se requiere recursos si no mejorar el control respecto de la empresa eléctrica concesionaria.
Grafitis y murales son expresiones artísticas, los rayados no: Los rayados se han vuelto una verdadera plaga y atentan incluso contra la expresión artística urbana. Los rayados, ya sea como expresión de identidad o como desafío al orden, afean la ciudad, especialmente en el antiguo centro financiero y comercial del plan de Valparaíso. Además de su impacto visual, aumentan la sensación de abandono. Desde 2015 existe una ordenanza municipal que sanciona esta conducta. ¿Se habrá aplicado alguna vez? Lo dudo. Más allá de castigar al infractor, lo que se necesita es una estrategia de recuperación del espacio urbano, como fue en su momento el programa de pintura de fachadas. Implementar un programa similar, o incorporar manifestaciones artísticas más modernas, como un concurso público de grafitis en murallas autorizadas, podrían ser una buena alternativa.
Transporte público: La falta de transporte público en la noche es un problema grave. Si se quiere revivir Valparaíso, debe garantizarse el acceso a este servicio esencial. Las empresas de transporte urbano reciben subsidios e incentivos tributarios: lo mínimo que puede exigirse es que cumplan recorridos, horarios y tarifas. Tuve la oportunidad, la semana pasada, de hacer el recorrido de la 505 desde Urriola al Cerro Esperanza. Es un recorrido amable, pintoresco y seguro, pero por sobre todo esencial para quienes requieren del servicio. Las autoridades competentes deberían velar porque esos servicios estuvieran garantizados al menos durante horarios más extendidos el fin de semana.
Autos abandonados: Un simple recorrido por los cerros basta para constatar la cantidad de autos abandonados, sin neumáticos, sin patentes, chocados. Estos vehículos, dejados por sus dueños con la esperanza de repararlos algún día, se convierten en focos de suciedad y vandalismo. La municipalidad no solo tiene la facultad, sino también el deber de retirarlos. Pero tal vez esos mismos objetos, con un poco de creatividad, podrían transformarse en intervenciones artísticas urbanas ¿No podría hacerse un concurso?
Casas deshabitadas: Subiendo por la calle Toro y Zambrano hasta la plaza Esperanza, conté diez casas evidentemente deshabitadas en apenas cuatro cuadras. Valparaíso envejece a un ritmo acelerado. Muchas viviendas han quedado vacías tras la muerte de sus propietarios. Algunas están desde hace tiempo en venta, sin éxito. Otras, simplemente, han sido abandonadas. Es probable que las nuevas generaciones no quieran habitar las casas de sus padres o abuelos, por su mala calidad constructiva o por el deterioro del entorno. Revertir este fenómeno exige una política decidida de incentivos al repoblamiento de la ciudad.
Malos olores: En Valparaíso prácticamente no hay baños públicos. Una búsqueda rápida muestra que existen solo tres, todos mal ubicados y con horarios limitados. La solución no requiere grandes inversiones: bastaría seguir el ejemplo de Ámsterdam y su barrio rojo. Invito a las autoridades locales a mirar ese modelo.
Lanchas en la bahía: Pocas postales son tan bellas como la de Valparaíso visto desde el mar. El puerto, los buques, los lobos marinos, el anfiteatro natural que forma la ciudad: todo es digno de admiración. Pero basta acercarse al muelle Prat con cara de turista para vivir una experiencia muy incómoda. Lo mismo ocurre con el relato improvisado y poco riguroso de supuestos guías, que a cambio de una propina entregan su personal visión de la ciudad. ¿Sería tan difícil organizar un sistema formal de venta de tickets, establecer un precio único, y ofrecer un relato un poco más profesional o grabado y en varios idiomas?
No quiero seguir agobiando. Todos estos casos -y muchos más- son problemas crónicos de Valparaíso. Las autoridades tienen la responsabilidad de que los servicios funcionen. No vaya a ser que incurran en "falta de servicio"... quienes han sido mis alumnos, saben exactamente a qué me refiero.
" Asumir nuevas responsabilidades no debería significar abandonar aquellas funciones esenciales que permiten la vida en sociedad . "