Yo me quedo aquí: los porteños que no abandonan Valparaíso
Tienen una situación económica como para vivir cómodamente en Reñaca o Concón, pero no, insisten en quedarse en el Puerto, pese a la inseguridad, los malos olores y una decadencia que persiste. ¿Qué ata a estas personas a habitar, trabajar y luchar por su ciudad?
Ximena Ceardi - La Estrella de Valparaíso
Cuando Allan Lara le preguntó de forma provocativa a sus hijos si querían irse a vivir a Viña del Mar, la respuesta, cuenta, fue esperanzadora: "un rotundo no".
Arquitecto de la Universidad de Valparaíso (entre otros proyectos, su oficina fue la encargada de la restauración de la icónica casa crucero de Miramar con Urriola) y propietario de Café Vinilo y Bar del Pisco, es enfático en su respuesta.
"Me quedo aquí porque aquí nací, crecí y estudié, porque esta ciudad desde el punto de vista urbano y arquitectónico, que son mi oficio y profesión, es la más potente, interesante, diversa y sugerente de nuestro país", dice.
Esta diversidad, que atraviesa también al arte, a la música, a la moda y a la convivencia social es lo que cautiva a Lara: "Hay un patrimonio construido a través de la historia que es tan potente y valioso, que trabajando sobre él puedes hacerlo crecer. Eso es un gran incentivo para quedarse".
Y reafirma su opinión, apuntando al número de viajeros y turistas con los que se topa. "Si los ves asombrados es que algo tiene esta ciudad, algo que incluso ha hecho que muchos se queden, manteniendo ese carácter cosmopolita de sus orígenes", reflexiona el arquitecto.
Detrás de eso que ven, sostiene, "estamos nosotros, los porteños y su día a día". Un día a día en el cual, reconoce, hay que vérselas con las incivilidades y la delincuencia, tal como sucede en casi todas las ciudades de Chile y también en otros puertos y ciudades patrimoniales del mundo. "Pasaremos este tiempo con los que quieran estar y los que quieran venir", señala.
Las personas: el tesoro porteño
Desde que se tituló, hace más de 40 años, que el cirujano dentista Ariel Cuadra atiende en el plan de Valparaíso. Y aunque en paralelo ha mantenido clínicas en Santiago, Viña y el sur del país, una anécdota demuestra cuán pegada al pecho tiene la camiseta porteña.
Años atrás, para una de tantas visitas de Raphael al Festival de Viña, el ídolo español estaba aquejado de un serio problema dental y lo llevaron donde el doctor Cuadra. "Le puse como condición para atenderlo que fuera en la consulta de Valparaíso y no en la de Viña. Era una pequeña lucha por el puerto, para que el cantante, al menos, conociera la ciudad", dice con orgullo.
Para este profesional, los países, las ciudades y los pueblos los hacen sus habitantes, sus trabajadores. De ahí que el concepto de "ciudades bonitas" le resulte un tanto lejano.
Nacido y criado en Valparaíso y hoy buscando ansiosamente un departamento que lo devuelva al puerto, este profesional de la "Universidad de Chile de Valparaíso", como le gusta recalcar, señala que para perseverar acá no se ha fijado tanto en las platas ni en la seguridad, sino que en la idiosincrasia del porteño.
"Las personas que atiendo en su mayoría son pobres, pero buenas. Solidarias, simples, sencillas, humildes. Con sentido de comunidad y pertenencia", afirma el odontólogo.
- ¿Por qué se van los jóvenes entonces?
- No se les ha enseñado a valorar las virtudes de las que hablaba, humildad, sencillez. No saben el tesoro que hay en la gente de Valparaíso.
Esperando al ave fénix
La familia de Antonio Watterson, poeta y hombre de negocios, llegó al puerto proveniente de Inglaterra hace más de 120 años. Nunca más se movieron. Los años de infancia y juventud los pasó en una casona familiar de calle Victoria, conocida como el Palacio Labarca, frente a lo que son hoy los terrenos del Congreso Nacional. Y ya adulto, vive en una propiedad heredada, una espaciosa casa antigua en el sector de El Almendral.
"Cuando muchos ingleses emigraron a Viña, por opción mis abuelos y luego mis padres se quedaron en Valparaíso", recuerda.
A estas alturas, indica, su relación con el Puerto es casi como la de un matrimonio: "como cuando tú te casas con una mujer y llevas muchos años con ella, aunque envejezca y las otras personas le vean miles de defectos, tú siempre la ves hermosa".
No niega que el nivel de delincuencia en la ciudad le resulta desquiciante, tanto como la pobreza extrema. No obstante, parafraseando al "Gitano" Rodríguez, señala que Valparaíso amarra como el hambre.
"Por lo anterior, en una actitud casi quijotesca, pese a todos los problemas que vivimos en la ciudad, he optado por permanecer en el puerto hasta el fin de mis días", dice Antonio Watterson.
- ¿Cuál es la quijotada, cuál es la ilusión?
- Los que hemos vivido toda la vida en la ciudad, todavía esperamos que Valparaíso resucite, que salga de las cenizas. Esa es la ilusión, dar la lucha por la resurrección de Valparaíso.