El "terremoto hipócrita" que redefinió a Valparaíso y Viña
El sismo del 3 de marzo de 1985 marcó un antes y un después en la estructura urbana y patrimonial de las ciudades más importantes de la región.
Valentina Vilches Menares La Estrella de Valparaíso
El terremoto del 3 de marzo de 1985 marcó un antes y un después en la estructura urbana y patrimonial de Valparaíso y Viña del Mar. A pesar de no haber causado derrumbes masivos, el sismo dejó profundas secuelas en el interior de los edificios, en especial en las construcciones patrimoniales. Por ello, el profesor de la PUCV y especialista en urbanismo, Luis Álvarez Aranguiz, lo califica como el "terremoto hipócrita".
Uno de los símbolos del impacto del movimiento telúrico fue la inclinación del edificio El Faro en Reñaca, que generó un fuerte cuestionamiento sobre la edificación en altura. "Era la imagen patética de una construcción que se creía la solución para el déficit habitacional, pero terminó demostrando su vulnerabilidad", comenta el académico. Este episodio marcó un cambio en la percepción sobre la construcción de torres en la región. Además, el terremoto afectó la actividad industrial en Valparaíso, con la Compañía Chilena de Tabacos trasladándose a Casablanca tras un incendio después del sismo, lo que significó la pérdida de una fuente de empleo clave.
Otro hito urbano fue la desaparición del Hospital Enrique Deformes. "El sismo lo dejó inutilizable y se convirtió en una ratonera hasta que la dictadura decidió demolerlo y construir allí el Congreso Nacional", relata Álvarez. Con esta pérdida, Valparaíso también vio reducida su capacidad hospitalaria, ya que el sismo afectó también al Hospital San José.
También quedó dañada la antigua Escuela Grecia, entre otras infraestructuras públicas.
La reconstrucción fue desigual entre ambas ciudades. "En Viña del Mar, el edificio El Faro fue demolido rápidamente y se dio paso a un auge inmobiliario que consolidó su crecimiento en altura. En Valparaíso, en cambio, la recuperación fue más lenta y esto permitió la conservación patrimonial", explica Alvarez. En ese sentido, el terremoto fue un factor que, paradójicamente, contribuyó a la posterior declaración de Valparaíso como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2003.
A nivel demográfico, el sismo aceleró la tendencia de crecimiento de Viña del Mar sobre Valparaíso. "Para 1982, ambas ciudades tenían poblaciones similares, pero tras el terremoto y la pérdida de viviendas en Valparaíso, la gente empezó a mudarse a Viña del Mar y al interior, consolidando su liderazgo poblacional en el Gran Valparaíso", señala el profesor de la PUCV.
El sismo también impulsó cambios en la planificación urbana. "Desde 1985 se empezaron a aplicar estudios de riesgo y a cambiar los sistemas de cálculo estructural para la resistencia de edificios en altura. También se instauraron planes de evacuación y emergencia, algo inexistente hasta entonces", concluye el experto.
Un factor clave en la afectación de Valparaíso fue la composición de sus suelos. "El sector de El Almendral concentra gran parte de las destrucciones porque sus suelos, compuestos por depósitos de arena y rellenos artificiales, amplifican las ondas sísmicas, generando mayor movimiento en la base de los edificios", explica Juliette Marín, investigadora del Programa Riesgo Sísmico de la Universidad de Chile. A esto se suma que los terremotos no solo dañan por el movimiento telúrico, sino también por efectos indirectos, como deslizamientos e incendios.
Marín advierte sobre un problema recurrente en la gestión del patrimonio tras los desastres: "Luego de un terremoto destructor, hay una tendencia a querer borrar rápidamente la huella de la destrucción, lo que puede significar terminar de demoler edificios patrimoniales dañados". La Biblioteca Santiago Severín se salvó, pues logró ser restaurada tras el sismo gracias a la acción de profesionales y habitantes.
A pesar de los avances en normativas sismorresistentes desde 1972, Marín señala que estas "se enfocan en edificios nuevos, dejando fuera muchas construcciones patrimoniales". El terremoto de 2010 visibilizó esta brecha al destruir gran parte del patrimonio construido en adobe.
"Se necesita una política constante de gestión del riesgo, con planes eficaces de monitoreo, mantención preventiva y respuesta post-sísmica", enfatiza la investigadora.
Cuatro décadas después, el terremoto de 1985 sigue marcando la historia de Valparaíso y Viña del Mar. Mientras en la primera ciudad la lenta recuperación permitió la conservación patrimonial, en la segunda impulsó un boom inmobiliario que definió su desarrollo urbano hasta la actualidad.