Ernesto Rives, el guardián de la luz en Sausalito
Ernesto Rives Noguera fue el hombre más feliz del universo cuando consiguió, en la década de los 70', un trabajo que lo acercaría a una de sus grandes pasiones: Everton de Viña del Mar.
Había entrado como electricista a la municipalidad de la Ciudad Jardín y sus jefes lo destinaron al estadio Sausalito. Por su profesión, lo bautizaron con el mote de "Alicate".
Como buen hincha oro y cielo, era el encargado de recibir cada año a técnicos y jugadores que llegaban al equipo que adoraba. Vio día a día a grandes estrellas como "Chicomito" Martínez o Jaime Riveros. Bromeó con Nelson Acosta y Pedro Morales. Admiró al "Tata" Riera y sufrió con cada uno de los descensos.
Después de décadas haciendo funcionar las torres de iluminación del estadio municipal, jubiló como técnico, pero nunca como evertoniano.
El miércoles pasado se apagó su estrella, sin embargo su voz seguirá resonando en los pasillos de Sausalito, bromeando con "Tomasito" Medina, su gran compañero y otro histórico habitante del coliseo viñamarino que ya partió.
Su cuerpo cansado lo velaron en la capilla Resurrección del Señor, en el paradero 6 ½ de Santa Julia. Pero su corazón inmortal seguirá donde fue feliz, al lado del pasto, festejando un gol de Everton.
Luis Cabrera del Valle