El 24 de noviembre elegiremos a los gobernadores de 11 regiones, responsables de liderar el desarrollo de los territorios donde vive más del 90% de las niñas y niños del país. Esta elección es una oportunidad para mejorar su bienestar, especialmente ante el deterioro que revela el reciente Primer Informe Nacional de Bienestar en la Niñez. Desde 2017, 12 de los 20 indicadores clave de bienestar infantil han empeorado, reflejando los efectos de la pandemia, la crisis económica y los cambios sociales. Aunque el panorama es complejo, este escenario puede y debe revertirse. Los gobiernos regionales tienen mucho que aportar. ¿Cómo? Sus planes de desarrollo deben incluir al menos tres áreas fundamentales. Primero, es urgente invertir en la primera infancia. El informe muestra un descenso en la tasa de natalidad, un aumento en nacimientos prematuros y bajo acceso a servicios de cuidado y educación inicial, especialmente en sectores vulnerables. La primera infancia sienta las bases del desarrollo y mejorar sus condiciones traerá beneficios a largo plazo. Segundo: la salud mental de niñas y niños debe ser prioridad. Los gobernadores pueden fortalecer programas de prevención, promoviendo el deporte y la recreación. También deben tomar acciones para mejorar la convivencia en escuelas y en los hogares. Esto es urgente para frenar el deterioro observado en las redes de cuidado, la violencia al interior de las escuelas y en las familias y los consecuentes problemas de salud mental de niñas y niños. Por último, los gobernadores deben apoyar la implementación de nuevas instituciones pensadas para mejorar la educación y protección de niñas y niños: los Servicios Locales de Educación, Oficinas de la Niñez y dispositivos del Servicio de Protección, asegurando su buen funcionamiento, promoviendo buenas prácticas y facilitando recursos donde haya mayores brechas. Hoy necesitamos
gobernadores comprometidos con el bienestar de la niñez.
Este ciclo electoral es una
oportunidad para exigir acciones concretas que permitan a
niñas y niños crecer y
desarrollarse plenamente.
Paloma Del Villar
Directora
Observatorio Niñez de
Fundación Colunga