'Comunidad La Roca', el refugio en Viña donde renacen las vidas
Conozca a este centro de tratamiento gratuito donde gracias al aporte de profesionales, la rehabilitación de drogas y alcohol es posible. Sin embargo, diciembre sería su última fecha antes del cierre tras casi 42 años de existencia y logros.
Guillermo Ávila Nieves - La Estrella de Valparaíso
"El año pasado estaba mal. Fui salvado de hacer una tontera sobre un puente, menos mal que me sujetaron": así recuerda Elmer lo vivido a poco de cumplir sus 44 años. Aquí está desde el 2 de abril pasado. Llegó por consumo de pasta base. "Ha sido un renacer. Una nueva oportunidad. Acá todo el personal y el equipo técnico son un siete".
Desde afuera, la enorme fachada de tres pisos sobrecoge. Ya en la entrada, siete peldaños y un descanso. La puerta y el silbido del viento que desaparece al cerrojo en San José Oriente 141, Agua Santa, un refugio para quienes tienen la voluntad de rehabilitarse del consumo de drogas y alcohol. También patología dual.
Fundado el 5 de diciembre de 1982, esta cálida casona acoge al Centro de Tratamiento 'Comunidad Terapéutica La Roca', un baluarte no solo de la Ciudad Jardín, sino de la región y el país: aquí los usuarios reciben su tratamiento completo 24/7 de forma gratuita. Para ello deben permanecer un periodo de seis a ocho meses en residencia.
Resultados notables
Avanzamos. Cada pieza alberga a 22 personas que completan los cupos disponibles. Hay un equipo multidisciplinario compuesto por casi una veintena de profesionales. La mayoría está en el patio en actividades recreativas. Se respira buen ambiente. Armonía.
Leonila Silva Pardo es la directora. De profesión contadora y técnica en enfermería, entró hace años como voluntaria. Hoy lidera esta institución que cuenta con equipamiento, camas y equipo técnico completo. Las listas de espera son extensas. "Todos los días recibimos solicitudes de ingreso", aparte de las derivaciones de toda la red de salud.
Los resultados están a la vista: gran porcentaje de altas terapéuticas, destaca. "Los logros son notables, con impacto en usuarios, familiares y la ciudad. Los servicios públicos no dan abasto", enfatiza.
Sin embargo, este financiamiento a través de Senda se termina en diciembre. Leonila Silva detalla: "Optamos a programas de Senda que financia esos 22 cupos. Así pagamos arriendo de la casa, luz, agua, internet, comida". Lamenta: "Nos vemos en la incertidumbre del cómo seguir y sostenernos".
Alejandro Sarmiento es sicólogo clínico. Labora hace 10 años con énfasis en la atención individual, familiar y talleres grupales. Aboga por personalizar los tratamientos. Liga la sicoterapia con técnicas de meditación. "Muchos vienen de un entorno de alto riesgo de consumo o tráfico. La mayoría completa el programa de manera exitosa. Eso fortalece su proceso social y ocupacional", revela.
Ítalo Cortés tiene 32 años. Porteño de cuna, tiene cinco meses en la residencia. "Son seis meses de abstinencia", dice. El consumo de pasta base lo llevó al mal camino. "Soy soldador, pero les fallé a mis jefes y familiares. Trafiqué, robé y estuve en peleas...".
Está convencido de su evolución en La Roca. Proyecta temple y fortaleza. "Dan herramientas valiosas para sobrellevar una frustración al no consumo. Ahora lo hablo, comunico y puedo manejar con sabiduría el tema con terapeutas y sicólogo. Me han hecho una persona que nunca pensé llegar a ser".
En el tercer piso, entre documentos y llamadas, asoma Teresa Pacheco quien es asistente social. Está desde el 2014. Asegura que existe buena convivencia y trato. "Se interviene cualquier tipo de agresión verbal en los chiquillos".
Para Teresa el nombre La Roca tiene significado. "Es una casa, una institución además validada por muchas universidades". Advierte que la decisión de cierre fue abrupta. "No hay certezas. Los familiares están nerviosos. También su costo emocional para todo el equipo. La oferta de tratamiento se debe ampliar, no redistribuir", acentúa.
Dar continuidad al programa para afiatar procesos de cambio y recuperación lo es todo. Leonila Silva pide ayuda al Gobierno Regional y Nacional, subvención o donaciones para sostener este trabajo de 42 años. "En Senda señalan que se finaliza convenio, pero no se renovaría porque no van haber residenciales en la región que financien. Sin estos centros, jóvenes en consumo problemático de drogas pueden recaer y delinquir".
Julio es de Quillota. En su casi medio siglo de vida, evoca que a los 22 años la adicción a las drogas duras lo tuvo entre las cuerdas tras la muerte de su madre. Supo de la calle. Hoy la familia lo visita. "Mis tres hijos están contentos con mis avances". Sus ojos se tornan vidriosos. "No quiero que cierren el centro. Llevo tres meses. Hay disciplina, exámenes y aporte".
Tal como Elmer e Ítalo, Julio concuerda en su renacer aquí en La Roca. "Aprendí el amor propio, la amistad. ¡El que sí se puede!".
22 cupos hay disponiblespara varones. Deben permanecer por un periodo de seis a ocho meses en la residencia.