Mayra Feddersen: "Las personas buscan un chivo expiatorio"
La doctora en Filosofía e investigadora en migración y género, acusa que los chilenos solemos "culpar al migrante de los problemas que nos suceden". Esta práctica nos lleva a invisibilizar el valioso aporte de los extranjeros al desarrollo del país y obviar los abusos que, muchas veces, nuestros propios compatriotas cometen contra ellos.
Hay un índice en el que Chile destaca: el que mide la xenofobia. De acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo, un "60% del contenido en redes sociales sobre la migración es 'alto' o 'totalmente' xenófobo", tendencia al alza desde 2015.
La manera en cómo ese fenómeno se ha extendido en la sociedad y los alcances que tiene, por ejemplo, en la inclusión laboral de las personas que vienen de otras partes del mundo, es uno de los temas de interés de la doctora en Filosofía con especialidad en Jurisprudencia y Políticas Sociales, Mayra Feddersen.
Desde su mirada como académica, acusa que la raíz del problema es difícil de identificar dada su multifactorialidad: por un lado, "hubo un aumento explosivo de la migración, que pasó de un 3% a un casi 8%", ubicándonos como el segundo país de Latinoamérica con mayor proporción de migrantes. Y, por otro, "hay una sobreexposición a noticias donde se vincula a los inmigrantes con la delincuencia. Esto ha generado la creencia errónea de que migración y delincuencia son sinónimos", asegura.
La especialista detalla, a su vez, que hay otros factores que también han sido gravitantes como el "Covid-19, la crisis económica o la estancación del desarrollo. Las personas buscan un chivo expiatorio y se tiende a culpar al migrante de los problemas que nos suceden", explica.
Feddersen considera que un cambio editorial en los medios de comunicación es necesario para mostrar el fenómeno de la migración desde otras aristas que permitan cambiar la percepción de las audiencias. Esto porque "el aporte de la migración no es algo que se discuta, sino lo contrario (…) Sin embargo no se habla de emprendimiento, desarrollo económico, de permitir que la sociedad chilena se siga reproduciendo -porque los chilenos no están teniendo hijos-, son jóvenes que nacen acá, que son chilenos, que van a escuelas públicas y que después van a contribuir al desarrollo del país", afirma.
La investigadora acusa, que, pese a que solemos responsabilizar a los foráneos de muchos de los problemas de nuestro país, no nos hacemos cargo de "una serie de abusos" que connacionales comenten contra, por ejemplo, los migrantes en situación de irregularidad. Menciona que "a pesar de que la Ley Laboral es igual para todos, en la práctica hay un efecto disuasivo, pues nadie quiere perder su trabajo, sobre todo cuando tienen personas a su cuidado en sus países de origen", por lo que muchos extranjeros son sometidos a una serie de injusticias por parte de sus empleadores chilenos.
Las diferencias en las condiciones laborales entre hombres y mujeres afectan también a esta ecuación. Pues mientras los hombres "suelen trabajar en ambientes con mayor interacción social, compartiendo historias y facilitando el cambio de trabajo"; las mujeres en tanto, "enfrentan, especialmente en el servicio doméstico, mayores dificultades", afirma la académica. Este tipo de empleo precarizado las deja en una situación de vulnerabilidad, donde "es mucho más limitada la posibilidad de poder cambiar trabajo y, por lo mismo, están más dispuestas a aceptar que no se respeten sus derechos básicos". Otro factor es la falta de fiscalización dada, precisamente la "naturaleza del trabajo doméstico". Varias son empleadas 'puertas adentro' lo que les impide ampliar sus redes de contacto o "comparar su situación con la de otras personas. Entonces al final depende mucho del criterio del empleador si decide o no cumplir con sus obligaciones laborales", comenta.
Otra brecha que no desaparece
Feddersen subraya otra de las grandes deudas que acarrea Chile y que también ha sido foco de sus investigaciones: las personas cuidadoras, grupo que, además -según un estudio de la Universidad de Chile- está compuesto en un 66,8% por mujeres. "A las políticas públicas les falta escuchar a las personas que proveen estos servicios de cuidado, los que son extremadamente costosos económica, social y psicológicamente, porque los cuidadores se aíslan, no trabajan… entonces sobreviven con la pensión que recibe la persona enferma", puntualiza.
La profesional agrega que es necesario revisar la manera en que son entendidas estas labores dentro de las dinámicas del hogar pues "los miembros de la familia sienten una responsabilidad por cuidar a sus seres queridos. Y si llega el Estado y les dice, 'a estas personas hay que institucionalizarlas', eso va en contra de lo que la familia cree que sería lo mejor".
La clave, a su parecer, sería buscar un sistema que "pueda juntar esta obligación del Estado de proveer mecanismos para que los costos no los soporte solo una sola persona, con las preferencias de las cuidadoras", escuchando e integrando sus inquietudes. De esta manera, propone Feddersen, se robustecerían sus redes de apoyo evitando repetir el gran retroceso laboral que experimentaron las mujeres durante la pandemia; permitiéndoles su desarrollo y el de todo un país.
"hay una sobreexposición a noticias donde se vincula a los inmigrantes con la delincuencia
Mayra Feddersen