Mirian Mondaca Herrera

Tema obligado durante la última semana en Viña del Mar ha sido el inadecuado uso que las personas están haciendo de la pileta que se encuentra a los pies del monumento que recuerda la hazaña de Alberto Larraguibel y su caballo Huaso, quienes el 5 de febrero de 1949 consiguieron por primera vez para Chile una marca deportiva mundial. En ese entonces, el binomio saltó 2,47 metros de altura, un récord planetario que hasta la fecha sigue sin ser batido.

En recuerdo de esa hazaña insigne para el país, en la avenida Jorge Montt, en pleno borde costero, se mantiene aquel monumento, el que decenas de personas usan para refrescarse. Quizás muy pocos de quienes lo utilizan para ese fin saben sobre la historia que tiene detrás, y solo tienen la certeza de que sus aguas les servirán para capear los días de calor, aunque pasando por alto los evidentes riesgos que aquello acarrea, desde el punto de vista sanitario y también por eventuales caídas o electrocución.

Quien tiene más que clara la historia detrás de la mencionada obra es su creador, el escultor Francisco Javier Torres, quien en conversación con La Estrella reconoció sentir una sensación de desazón al notar que el trabajo que hizo no ha sido reconocido del todo por quienes llegan hasta el lugar. Dice que existe una anomia y que ese es el origen de todo el problema.

"Yo pienso que esto es mucho más que el problema del monumento. Lo que está ocurriendo ahí es una manifestación de un problema que es mucho más profundo, que es que en Chile se ha producido una cosa que se llama anomia, que es la falta de respeto y el desinterés por acatar las normas", lamentó el artista que actualmente trabaja en su taller ubicado en el barrio Almendral de Valparaíso.

Si bien, a su modo de ver, este fenómeno no es nuevo, ya que viene desde años atrás, en el último tiempo "se viene agudizando", analizó. En ese sentido, remarcó que "al producirse un no respeto por la ley o por la norma, se va generando lo que yo llamaría una suerte de Estado fallido, una suerte de ausencia de la ley".

Lo planteado por el autor acarrea un contratiempo aún mayor, sostiene, ya que se va creando lo que sería la "ley del más fuerte". "Al no haber una ley, la impone el que tiene más fuerza y eso es gravísimo porque atenta con una cosa que para mi es fundamental, que es la igualdad ante la ley", agregó.

Enrejar

Torres reconoce que todo lo vivido en el último tiempo no es lo adecuado, que el monumento debiese ser respetado como ocurre en otras latitudes, pero lamenta que en ocasiones "desgraciadamente hay que buscar el mal menor, que es enrejar el monumento, no queda otra".

En ese contexto, planteó que podría ocurrir que un bebé se ahogue, porque no tiene medidas de seguridad, "y ahí tenemos un problema mayor". También analiza que se podría producir una intoxicación masiva. De este modo, "se produce una situación inmanejable", recalcó.

Asimismo, Torres agregó que "enrejar es la única manera, porque no puedes colocar guardias las 24 horas o va a estar uno o dos días. Lo único que queda es enrejar, pero poner reja firme para que no la rompan".

Sacar la pileta

La otra forma mediante la cual se podría terminar con el problema, cree el artista, es que se deposite tierra o cemento y se deje inutilizada la pileta. "No se puede mantener en un lugar donde no se va a respetar nada", manifestó.

Esto último sería como arrancar o mutilar el monumento y el entorno, ya que fue concebido de ese modo. Sin embargo, el artista no observa otra forma de parar con el mal uso de la pileta si no es de esta forma o enrejando, porque "no hay de otra".

En tanto, ajeno a la aquella práctica diaria, Torres se mantiene creando en su taller, con la esperanza de que se tomen acciones antes de que ocurra un nuevo aniversario de la marca mundial y que el monumento que creó sea el punto central de la conmemoración.

Cabe señalar que desde el municipio han indicado que se encuentran analizando las medidas que se tomarán.