Un pianista de provincias

Siempre he detestado a la literatura selfie. Siempre he despotricado contra la escritura del yo. Me parece un ejercicio de ombliguismo vacío, posmo e irritante que intenta poner la vida de un ejemplar (que en su entelequia se asume como único) en el centro de todo.

Cada vez que me enfrento a un libro que se construye desde lo que Damian Tavarosky llama literatura café con leche, me suelo aburrir, dejarlo a la mitad y devolverlo a los polvorientos estantes de mi biblioteca.

Para bien de la literatura, la sociedad y el arte, esto está dejando de ser así. De un tiempo a esta parte, por efecto -entre otras cosas- de la pandemia, surgieron nuevas posibilidades de narración que abrieron los espectros y cerraron los ombligos.

Hace muy pocas semanas llegó a mis manos "Un pianista de provincias" del autor uruguayo Ramiro Sanchíz. El título no me llamó la atención. Pensé que era una nueva vuelta de tuerca a un oficio que, desde el mundo de la literatura y el cine, ya estaba lo suficientemente explotado.

Un domingo sin fútbol, lo tomé y, sin ganas ni ánimo, me dejé llevar.

La historia es más o menos así: el mundo, tal como lo conocemos, se terminó. No existe más. El petróleo no alcanza para la humanidad completa, solo grupos reducidos lo obtienen para sus propias ganancias. También, hay una virosis que provocó que el plástico desapareciera del planeta, hay un vacío que causa estragos y ansiedad. Ambos son recursos de una época extinta sobre la cual se tienen pocos y olvidables recuerdos.

Todo este desabastecimiento trae consigo una nueva conformación social. Se generan grupos dispersos y amorfos que se rigen bajo sus propias normas y concepciones, es decir, aparecen nuevos códigos y expresiones para entender la sociedad distópica.

En la mitad de todo esta vorágine, habita Federico Stahl, un pianista que, admirador de Bach y las Variaciones Goldberg, intenta volver al oficio de su vida anterior. Deambulando por todas las provincias que se conformaron (los neo-territorios de una supuesta Uruguay del futuro) da conciertos y muestra su arte. En estos desolados parajes desfilan dobles de Michael Jackson, enanos que son actores porno, piratas del asfalto y melancólicos de domingos perdidos.

Ciencia ficción, Cyber punk, David Lynch, El gran pez, Mario Levrero y Felisberto Hernández son algunos de los fenómenos literarios y artísticos que están presentes en una novela que desde el vértigo invita a problematizar.

¿El mundo planteado por Sanchiz está muy alejado de la realidad? Si bien todo se puede leer desde lo distopico, es un hecho que el petróleo en algún momento, a gran escala, se va a terminar, no habrán balones de crudo para la humanidad completa. ¿Qué va a pasar en ese momento? Se tendrán que buscar soluciones alternativas y después no lo sé, después veremos.

Este verano dele una oportunidad a Sanchiz. Literatura latinoamericana de alto vuelo.