El lugar de los niños, niñas y adolescentes (NNA) en cada sociedad se define por la cultura, costumbres, valores y normas del país. Lo que se exprese o no sobre

ellos en la nueva Constitución

es crucial.

Como organismo internacional, hemos revisado diversas constituciones a nivel global. Algunas promueven y protegen los derechos de los NNA en distintos niveles, mientras que otras son más restrictivas, ubicando a los menores de edad en función de su familia y progenitores. El texto próximo a votarse se alinea más con esta última postura.

En primer lugar, no se reconoce a los NNA como sujetos de derechos en todo el texto, elemento esencial para contrarrestar la "pandemia" de violencias que experimentan. Este problema deriva de una mirada tutelar y proteccional que encubre una cultura de maltratos y abusos.

En segundo lugar, se reconoce el derecho a vivir en familia, pero la redacción genera conflicto entre los intereses de los hijos y los cuidadores, y la prioridad de padres, madres y tutores en determinar su interés superior. Este principio es la última opción para la acción del Estado ante incumplimientos de derechos, lo que podría llevar a la judicialización de situaciones cotidianas y a políticas públicas más intrusivas para quienes critican el papel actual del Estado.

Las consideraciones de la sociedad civil, como el reconocimiento efectivo de los NNA como sujetos de derechos, un piso de protección social y un sistema integral de protección, no quedan claras en esta propuesta constitucional que mantiene muchos flancos abiertos para la legislación presente y futura en materia de niñez e infancia.

Juan Pablo Venegas Gormaz

World Vision Chile

Es evidente que nuestro país tiene condiciones geográficas privilegiadas. Las montañas constituyen el hábitat de comunidades que durante siglos se adaptaron a la rigurosidad de un entorno frágil y desafiante que ha cobijado formas de ocupación, tradiciones estilos de vida diversos, que enriquecen nuestra identidad y

cultura.

De norte a sur encontramos una diversidad de paisajes que nos proveen de recursos básicos para nuestra subsistencia. La provisión de agua, alimentos, producción ganadera, diversidad biológica, el patrimonio cultural, el turismo de naturaleza y otros servicios ecosistémicos que hoy se ven seriamente afectados por nuestras decisiones y estilo de desarrollo.

En el actual escenario de crisis climática, pérdida de naturaleza y biodiversidad, alta contaminación y residuos, el llamado de la ONU en el Día Internacional de la Montañas, que se conmemoró esta semana bajo el lema Restauración de los ecosistemas de montaña, se presenta como una nueva oportunidad para actuar con urgencia. Los procesos de deterioro ambiental, como la erosión o la migración de especies se han agudizado. Al mismo tiempo, es necesario establecer medidas concretas que aseguren el acceso a las montañas, no solo para conocerlas mejor. La práctica de actividades de aventura, ecoturismo o una simple caminata constituyen un aporte invaluable para nuestra salud física y mental en estos tiempos de crisis.

Humberto Rivas Ortega

Académico

Universidad San Sebastián