La franja electoral...

Una vez más, despilfarraron una tremenda oportunidad de informar, aclarar y todo lo que termina en "ar" y no repetir lo mismo, que ya tiene hasta la "coronilla" a todos, con más descalificaciones al voleo, promesas, que ni los que las prometen, se las creen, al otorgarle un poder casi mágico al texto constitucional, justamente como la Lámpara de Aladino, o sea, se sigue insistiendo en que todos, pero todos los problemas de la señora Juanita, comenzarán o terminarán "automáticamente", dependiendo de cómo vote el 17 de diciembre...

En vez de la franja, deberían haber juntado a connotados y probados constitucionalistas de todas las tendencias, pero de verdad, no aprendices, ni aves de la estación, ni oportunistas, para que en forma clara, precisa, sin "muñequeos", mostraran los contenidos, sus alcances, en un lenguaje simple...

El contenido de la franja, ya casi es una constante de los numerosos procesos electorales que se tienen en Chile, el que no hay ningún interés, cero, de la Familia Política & Asociados en pleno, para que los electores, estén mejor preparados, que analicen mejor las opciones antes de votar, y que no sigan votando por inercia política partidista, por el dato del compadre, o por la empanada de regalo, etcétera, parece que la idea es que mientras menos sepan, mejor, porque saben que con electores mejor preparados, cero posibilidades de ser elegidos.

Antes las quejas de todos, recordar que como dice el dicho, la culpa no es del pésimo candidato elegido que dio un manotazo a la caja, o no cumplió con sus promesas, la culpa, y es bueno que ya se institucionalice, es de quienes los eligen y no hay más...

¡Franja para informar, no para embaucar!

Luis Enrique Soler Milla

Te escribo esta carta sin firmarla, sabiendo que tú me vas a conocer. Te veo a veces abatido, a mí también me ocurrió más de una vez, cuando mis discípulos no me querían entender. Te golpea la ingratitud, como me pasaba a mí con mis compatriotas a quienes abrí los ojos y sané la lepra. A veces no te alcanza el dinero para terminar el mes, y yo no tenía una piedra donde reposar mi cabeza. Las horas de trabajo se te hacen largas, como a mí los días interminables en el desierto de Palestina. Los apoderados se te ponen exigentes, igual lo hacía la gente, solicitando milagros a cualquier hora. Te duele la crítica negativa, como me dolían las incomprensiones de los fariseos hipócritas. Te sientes agobiado y sin ánimo, me ocurrió lo mismo, aquella noche en Getsemaní. Piensas que tus esfuerzos son inútiles, yo pensé lo mismo, y, sin embargo, seguí predicando de Galilea a Judea. Te encariñas con tus alumnos, igual me pasó con los niños que mis discípulos querían rechazar. A veces, no te queda tiempo para tu familia, a mí no me dejaban ni un momento para estar junto a mi madre. Estás preocupado porque hay alumnos tuyos mal alimentados, acuérdate que tuve que multiplicar el pan un par de veces. Haces lo posible para corregir los defectos de tus alumnos, igual lo hacía yo cuando expulsaba demonios. Deja que tus penas se desvanezcan en mi corazón y que tus angustias se disipen como las tinieblas al amanecer. Y ahora, maestro, dime ¿sabes quién soy?. Este poema anónimo con aprecio y gratitud a profesores (ras) de Chile.

Derico Cofré Catril