La picá con las empanadas más topísimas está en Forestal Alto
La Estrella salió en busca de esas imperdibles de pino que hacen historia patria. Y encontró la que se llevó el premio al tercer lugar en todo Viña del Mar: The Cake Boss. Una pastelería y repostería además galardonada en años anteriores.
Guillermo Ávila Nieves - La Estrella de Valparaíso
Si anda en búsqueda de aquella cocina balanceada a la repostería casera con amor y de trato cálido como si allí se revelasen los secretos de la buena mesa de la abuela, este negocio de barrio podría ser su nueva guarida sibarita regalona.
Néstor Musso es vecino del sector. Como un catedrático que pone notas en las aulas, se decanta por un tiquete positivo "al excelente trato que aquí encontrará". Y con una estrellita extra: "Es bonito que todavía se pueda encontrar ese tipo de ambiente familiar en un local".
La especialidad de la casa es la empanada. Así asevera Laura, una casera fiel que se acerca para recoger sus pedidos en esta también panadería y pastelería. "Es una empanada diferente a otras: son sabrosas, con o sin merkén".
Sabor de barrio
¿Y a qué se debe esa distinción? Néstor como Laura contestan a lo Pimpinela: "La masa es rica", dice Néstor. "No, es sabrosa y diferente a otras", replica Laura. "Son más duras y con los cachitos gruesos", añade Néstor. "Acá todo es equilibrado y la cebolla bien caramelizada", acota Laura. "¡Es absolutamente recomendable!", ambos concuerdan a coro.
Luis Ibáñez Figueroa es propietario de The Cake Boss, una pastelería y panadería ubicada en la Población Puerto Aysén, en Forestal Alto. Una picada de esas a la antigua, de barrio, enclavada específicamente en calle Río Aysén 177, que no está en el radar del circuito gastronómico gourmet de la zona, pero sí de los que saben rastrear delicatesen. Piola.
Luis recuerda que siempre tuvo a los fogones y la repostería como su vocación de vida. Oriundo de Talca, llegó a los cuatro años de edad junto a su familia a este sector alto de Viña del Mar cuando era la toma Catalán. "Estudié en la antigua Escuela N° 97, donde hoy están las micros. Después me fui a otra parte pero siempre viviendo en este lugar", narra.
Luis Ibáñez cuenta que luego se casó, que tuvo hijos y hasta nietos, esto a pesar de su rostro lozano y gestos juveniles. "Y sigo aquí todavía". Ya lleva ocho años con su local que lo comenzó a trabajar de a poco. Su "know how", como diría más de algún gerente que, por cierto, "aterrizan en esta picá", evoca a una estrategia comercial apalancada en la tradición y el boca en boca. Su dueño lo califica de "emprendimiento familiar hecho con amor". Trabaja junto a su esposa Sofía e hija Guillermina y el nieto Benjamín, "y vecinos que son colaboradores estrechos".
Así le dio una vuelta de tuerca al destino: se especializó en las empanadas. Y con ello, los concursos que Luis reconoce que no era su intención participar ya que lo veía como "un asunto de más emprendedores del centro de Viña". Fue su sobrina Andrea quien le inculcó el bichito y la adrenalina por los concursos, en especial uno: las Mejores Empanadas de la Región de Valparaíso.
"Ella me inculcó participar en estos torneos. La primera vez que nos animamos, salimos segundo a nivel regional". La motivación escaló los siguientes años: el apetito creció e inscribieron para ser asiduos participantes en estas competencias, "nos ubicamos entre los 10, después los cinco y ahora no salimos de los tres primeros. Este año fuimos terceros: siempre hemos estado entre los diez mejores. Hemos mantenido el margen de calidad", puntualiza.
Manos en la masa
Acerca de qué empanadas trabajan, van por la tradicional, "las de pino, con y sin merkén".
Ingresa otro cliente de nombre Claudio. Resalta sus productos, "de buena calidad. La masa la hace un buen maestro". Ese panadero se llama Richard Campos. Lleva seis años acá en el arte de amasar. También es vecino. Lo mismo que su colega del turno de la tarde, el maestro Cipriano, ya con cuatro años en la tienda. "Ambos con talento y experiencia".
Pero, ¿a qué se debe este éxito de las empanadas? A la interna susurran: "Le damos un buen cocimiento a la cebolla, más una buena manteca que se revuelve con una pisca de margarina para darle aquel saborcito crujiente en la masa". Eso más el pino, elaborado por Angélica y Guillermina, "que le dan ese toque especial".
Sobre la demanda, reconocen que a veces se ven sobrepasados. "Trabajamos las empanadas sábado y domingos, además de los feriados". Eso más la pastelería: queques, masas dulces y de hoja, además de las tortas, "la llevan. Todo es tradicional, nada con base o artificioso", certifica el panadero Campos con el visto bueno del jefe.
Y ese es Luis Ibáñez Figueroa quien saca pecho. Rebosa en orgullo con The Cake Boss, su sueño de juventud. "Si estamos ganando concursos es por la preferencia y fidelidad que nos dan nuestros clientes. Y si nos eligen, vamos a ser los mejores", cierra.