Los volantineros porteños que persisten creando el colorido arte
Dos generaciones e historias que confluyen en la apasionante afición de hacer volantines, cuentan cómo nació este amor por su oficio y las satisfacciones que les ha dado ser herederos de esta tradición.
Fabiola Ávila Hernández - La Estrella de Valparaíso
De origen chino, el volantín llega a Chile a mediados del siglo XVIII a través de monjes benedictinos que decidieron venir a América. Los más comunes de la época fueron los llamados "bolas" por su forma circular y las "estrellas" cuya forma simulaba una de estas brillantes constelaciones. Hoy los volantines tienen variedad presentaciones, siendo la más regular la cuadrada o tipo rombo que se hace de papel de colores con variedad de diseños, a veces con cola, flecos y en sus versiones más modernas en material PVC o plástico.
En Valparaíso, los 4 integrantes de la familia Bernal Valenzuela (el padre Luis, la mamá Karina, el hijo mayor Kevin y el menor Johardi), dedican su vida a fabricar y vender volantines.
"Trabaja toda la familia, empecé primero yo ayudándole a mi esposo por la situación económica y ya después los niños fueron creciendo, mi hijo mayor hace tirantes, hace volantines, ve el hilo también, él ayuda mucho a mi esposo con todo el trabajo y mi hijo menor también. Él pega huincha, hace tirantes y atiende al público, así que los cuatro como familia, estamos incluidos en este oficio de hacer volantines y la venta, así que es un negocio familiar", relata Karina, la vecina de Porvenir bajo en Playa Ancha.
Comenta que sus inicios fueron por necesidad económica ya que su marido, tuvo un problema de salud, lo operaron y quedó inhabilitado para trabajos que involucraran esfuerzos mayores "entonces tu comprenderás que uno no puede vivir del aire y yo lo que trabajaba, no me daba así que sí o sí tuvimos que buscar una fuente de trabajo, algo, algún ingreso y a mi esposo se le ocurrió esto. Como toda vida le ha gustado el volantín, se le ocurrió hacer unos poquitos y venderlos".
Según recuerda iniciaron fabricando una caja y como se vendieron de inmediato, "después hacíamos 2, 3 hasta 10 cajas, nos faltaban manos para trabajar porque vimos que era un negocio rentable, (…) así que él me enseñó a cortar huinchas, a hacer calado, todo lo que se es por mi esposo".
Hoy el reconocimiento a esta familia ha trascendido incluso como usuarios destacados en la Fonda Virtual del Fosis y cuentan con demanda de venta durante todo el año. "Nuestros clientes vienen a comprar y si trabajáramos solo en las Fiestas Patrias, no nos daría porque son muchos los clientes que vienen, los volantines Luis Bernal ya son conocidos.
Carlos almarza
Pero hablar de volantín en "Pancho Gancho", es hablar de Carlos Almarza. Reconocido como parte del patrimonio inmaterial de Valparaíso y Chile, pues lleva 70 años realizando este oficio, compartido con su profesión de carnicero (58 años de ejercicio paralelo), ambos pasatiempos le encantan y le han servido para vivir y mantener a su familia.
Enclavado en el sector 2 de Playa Ancha, para Almarza siempre ha sido un deleite personal hacer sus propios volantines ya sea para encumbrarlos y/o usarlos como adorno en las carnicerías en las que ha trabajado.
"Ahora soy muy reconocido por mis volantines y los han llevado muchos para Europa y a varias partes del mundo y se hizo una exposición también el Ministerio de la Cultura por tres meses y resulta que duró poco más de 6 meses porque fue un éxito total, tuve que hacer más o menos 150 volantines de distintos diseños".
Para Almarza es fundamental mantener la cultura del volantín autóctono, ese que se arma desde el diseño, hasta el pegado y el corte de sus varillas que se adosan para darles estructura y firmeza, "hay personas que dicen hacer 8 mil volantines en un mes, otros 25 mil y en septiembre muchos más, pero resulta que ellos compran los volantines estampados y llegan a la casa y se ponen a pegar madero. Entonces para mí ellos son pegadores de madero, no hacen volantines a mano, como se hacía antiguamente que todos hacían volantines en su casa o compraba volantín hecho a mano, no estampado como los venden ahora".
En el año 2014 el porteño realizó sus "dos primeros talleres en el Mapa Museo y he hecho talleres en el Ministerio de la Cultura, las Artes y el Patrimonio. También he hecho 3 talleres en La Ligua, en Santiago llevo 5 talleres y por aquí en los cerros de Valparaíso también he hecho varios talleres", relata Almarza ansiando dejar un legado en sus aprendices, como herederos de su preciado arte nacional.