Tomar locomoción hacia el barrio Recreo de Viña del Mar se ha convertido en algo tortuoso. Hay momentos en que, en el paradero de Salvador Donoso con Pudeto, en Valparaíso, uno tiene que esperar hasta más de media hora ya que las únicas líneas que existen son la 24 y la 86. La línea 4 desapareció hace algunos años. Qué decir de que también, hace muchos años, dejaron de llegar hasta calle Márquez en el Barrio Puerto. Y no solo esta línea, sino que también la línea 6 hacia el cerro Esperanza y los colectivos a Rodelillo desmejorando la calidad de vida del sector puerto.

Ahora, cuando queremos hacer el recorrido a la inversa, Recreo- Valparaíso, el panorama no cambia mucho. También en el sector de calle San José Poniente los plantones superan la media hora. Esto se debe además a que los colectivos se estacionan en el paradero de calle Quinta con Valparaíso, en Viña del Mar, haciendo que los autos suban

llenos.

Desde el centro de Viña del Mar hacia Recreo circulaba la línea 208 que, al parecer, dejó de prestar servicios porque hace tiempo que no veo ningún bus haciendo el recorrido. Desde Valparaíso a Recreo circula la línea 504, pero esta no pasa por San José Poniente, ni mucho menos llega al centro de Viña del Mar.

Sería bueno que la Seremi de Transportes solucionara el problema de movilización Valparaíso-Recreo-centro de Viña del Mar para darle mejor servicio de transporte a la comunidad y, de paso, mejorar la calidad de vida de los residentes, ya que el problema de los colectivos casi raya en el monopolio.

Lautaro Triviño

La historia de la adjudicación de la propuesta internacional, alrededor de los años 1974-75, del Metro de Santiago, con todos sus pormenores, es poco conocida; por eso la quiero contar y demostrar que quienes la adjudicaron aceptaron una "trampa", debido a su simple ignorancia en el tema ferroviario.

Mi jefe en aquel entonces donde yo laboraba, en EFE, había presentado un proyecto normal que rige en cualquier parte del mundo. La firma oponente era una alianza española-francesa, la cual ofrecía un metro con ruedas de acero, agregando además, ruedas de goma, solo de marca Michelin, las que correrían por pistas o veredas de cemento; esto, según ellos, era para disminuir al máximo los decibeles, lo que ellos mal suponían se incrementarían en las estaciones subterráneas (actualmente, en la V Región, circula un metro normal, con solo ruedas de acero, y los decibeles son ínfimos en las estaciones subterráneas).

¿Donde está la "trampa"? El roce entre rueda de goma y vereda de cemento es siete veces mayor que el roce rodante producido entre rueda de acero y riel. Al existir, en el primer caso, ese excesivo roce, este produce calor, además del gasto prematuro de las ruedas de goma, lo que se convierte en un insumo eterno favorable para el ofertante Michelín (el Presidente Allende conoció este tema en esa época y preguntó: ¿podemos emplear ruedas de goma nacional, General INSA?, a lo que se le contestó con simpleza negativamente).

El calor generado se manifiesta en el exceso de temperatura en el interior de los coches, que han tenido que agregar a los carros aire acondicionado. Muchos de los incendios producidos en la operación del Metro se han debido al excesivo calor debajo de los coches, cercano a las ruedas de goma.

La intención de dar a conocer estos hechos es demostrar que no todos los chilenos se tragan la píldora de esta singular "trampa".

Y es así, como a través del tiempo, la "chiva" extranjera se la tragaron los que creen saber de ferrocarriles y no saben nada. ¿Cuánto dinero se ha perdido y se perderá?

Renato Norero Valenzuela,

"Doctor en Trenes"