"Han pasado 50 años y todavía no se sabe toda la verdad"
Eliana Vidal fue parte del movimiento estudiantil de los 60. Tras el gol pe de Estado, pasó por cinco centros de detención antes de partir al exilio. A su regreso a Chile se dedicó a la defensa de los derechos humanos. A sus 85 años, su incansable voz sigue resonando en los estudios de grabación de Radio Placeres.
¿Cómo abordar los cincuenta años del golpe de Estado? Esa pregunta, que se ha repetido durante últimos meses desde todo el espectro político, también ha sido parte de la reflexión de Eliana Vidal, cuando justo hoy se conmemora medio siglo desde el bombardeo a La Moneda.
A sus 85 años, tiene una historia tan extensa como rica en experiencias. Fue parte de los movimientos estudiantiles de los 60, desde la FEUC. Tras el golpe de Estado, pasó por cinco centros de detención para luego partir al exilio a París. Regresó a Chile a mediados de los 80 y desde ahí trabajó en la Corporación de Promoción y Defensa de los Derechos del Pueblo (Codepu). Dirigió el programa "Mujer" en la icónica radio Placeres -para que las auditoras se enteraran de lo que sucedía en el país y en el mundo- y, ya en los 90, se trasladó a colaborar en la Casa de la Mujer.
Desde la convicción de alguien que vivió en carne propia la represión del régimen, Eliana ha luchado más de seis décadas por los derechos humanos. Pero desde ese mismo lugar y emoción plantea sin tapujos que "han pasado cincuenta años y todavía no tenemos justicia, todavía no se sabe toda la verdad".
Por ello, dice, una visión retrospectiva es imperante para hoy: "Tú puedes recuperar la historia y decir: 'Esto lo vamos a seguir haciendo, porque es bueno, y esto no hay que hacerlo nunca más'".
Pero se pregunta todavía cómo lograr "que jamás haya un golpe de Estado nuevamente", pues se mantienen obstáculos que no permiten llegar a ese mínimo común como sociedad, principalmente debido al "negacionismo", por lo que considera esencial reconocer los hechos de manera oficial.
"No es tan solo cuestión de aprender, porque cuando me tocó aprender los reyes de Francia no me sirvió de nada en la vida", confiesa. En ese sentido, Eliana explica que no se trata solo de poseer los conocimientos, sino que ponerlos en uso: "Me urge saber cómo podemos hacer que la historia llegue y, por sobre todo, que sirva, porque de eso se trata", reflexiona.
"La gente no quiere hablar"
"La dictadura es muy jodida, hay asesinatos… deja a la gente totalmente quebrada", reflexiona Eliana Vidal y apunta a que "hay muchas cosas que se han ocultado. Tengo compañeras que fueron torturadas y en su casa no hablan… Eso es muy negativo, las cosas tienen que saberse. Ahí es donde hemos fallado mucho: la gente no quiere hablar".
Según Vidal, aún hay muchas víctimas de tortura de las que "no se sabe, porque nunca habló, porque se quedó con eso adentro, porque siguió adelante… porque había que seguir adelante", afirma.
Este silencio, comenta, lo ha visto principalmente en sus compañeras: "Ellas tenían mucho más aguante que los varones en ese sentido y yo creo que es porque uno se sentía mucho más responsable de los hijos. ¿Cómo mantenías la familia?".
Pero, al mismo tiempo, le genera dudas la posibilidad de levantar el secreto de contenido de la Comisión Valech, que reconoció a quienes habían sido objeto de torturas y prisión política, sin haber muerto ni desaparecido, pero además planteó que esa información permanecería en sellada durante 50 años.
La revictimización le preocupa a Eliana Vidal, pues "al contar lo que te pasó lo vuelves a revivir. Cuando se terminó decidiste que eso se olvidaba y, de repente, treinta años después, tienes que volver a abrir eso que quedó ahí y decirlo", asegura.
Por lo mismo, propone una solución más salomónica: "Debería darse la oportunidad para que cada persona decidiera. Si la persona no quiere, hay que respetar".
Pero ello no quiere decir que para esta luchadora de los DD.HH. la dictadura sea un tema cerrado: "La dictadura siguió en las personas... Esa quebrazón todavía sigue. Hay mucha gente como yo -y más joven- que pasó por la tortura y nunca lo ha hablado, nunca le ha hecho frente", dice.
Para avanzar también plantea el aprendizaje que debe tener el oficialismo respecto de lo que sucedió en el gobierno de Salvador Allende: "Somos demasiado diversos en la izquierda. Uno de los grandes errores de la Unidad Popular fue el sectarismo: no teníamos un frente común", cuenta y recuerda las divisiones entre el PC y el PS en esa época.
Aquello colaboraría en descubrir uno de los principales problemas en medio de estos cincuenta años y con un proceso constitucional en ciernes, cual es que Chile sepa qué modelo de país quiere instaurar: "Me encantaría decirles 'oigan, ¿saben qué, cabros? Vamos, este es el camino'... Pero sería mentira, no sé cuál es. Eso lo va a tener que construir cada persona", finaliza.
"Tengo compañeras que fueron torturadas y en su casa no hablan… Eso es muy negativo, las cosas tienen que saberse. Ahí es donde hemos fallado: la gente no quiere hablar".