Cercano a conmemorar los 50 años del Golpe de Estado, se destapa la corrupción, fraude al fisco, cohecho y tráfico de influencias, que desacredita el modelo democrático y centra la atención del país en lo que ocurre ahora y no en lo pasado.

Así, se olvida y borra de un plumazo el horror de la dictadura y se demuestra la fragilidad e inoperancia del modelo democrático.

Además desacredita también la permanente crítica regional en contra del centralismo que administra el dinero fiscal porque resulta que ahora, la plata se la roban en las regiones.

Esto, por el lado del gobierno.

La oposición, en tanto, vota en contra del fin del secreto bancario en las cuentas, para que no se pueda investigar el origen del dinero y en contra de otorgar al Servicio de Impuestos Internos, mayores facultades de fiscalización.

En síntesis. Vivimos una corrupción generalizada que alcanza al mundo privado y fiscal, y que provoca que el dinero se pierda a chorros e impida un real avance en impulsar la economía para mejorar la calidad de vida de los habitantes.Ah. Y olvidar, olvidar. Por ningún motivo recordar que alguna vez fuimos un país pobre y desigual, pero en el que la honestidad, probidad e integridad formaba parte del alma del pueblo chileno.50 años han transcurrido y hemos decrecido. Nos hemos "achicado" moralmente.

Perdimos pobreza, ganamos corrupción.

¿Viva Chile mierda?

David Parga Ríos

Profesor de Estado

Buenas noticias son las directrices generales del pacto fiscal presentadas por el presidente Gabriel Boric. Se destaca que, para financiar las políticas públicas priorizadas, se pone énfasis en el aumento de la recaudación a través del crecimiento económico, de la reducción del actual gasto a través de la eficiencia del Estado y de mayor fiscalización del cumplimiento de las obligaciones tributarias. Luego, la parte del gasto prioritario que no es cubierto por estas medidas será financiada por aumentos de impuestos a la renta.

De esta forma, el aumento del ingreso fiscal se centra primero en crecimiento, eficiencia y fiscalización, y después en aumentos de los tributos, un discurso que no solía oírse en el sector político del oficialismo. Bienvenido este cambio en el discurso. Se celebra también que por fin se ponga el foco en la formalidad laboral, la fuente de la seguridad social, comprometiendo medidas que incentiven la formalización de pymes y la inversión, lo que impulsa el crecimiento y creación de empleos de calidad.

Pero, como dice el refrán, "entre el dicho y hecho hay mucho trecho". Hay que estar atentos en los detalles de las medidas anunciadas, en su plan de implementación y de que no se contradigan con otras propuestas del oficialismo.

Elisa Cabezón

economista de Pivotes