La nueva Política Nacional de Ciberseguridad anunciada en mayo, se encuentra en su fase final de trámite antes de entrar en vigencia. Esta es una actualización de su primera versión, elaborada en 2017, que se basa en los principios de cooperación, innovación y educación, con el principal objetivo proteger los sistemas informáticos y redes del país de los ataques cibernéticos.
Constituye sin duda una urgencia, por cuanto la ciberseguridad es un tema cada vez más relevante debido al crecimiento de las amenazas cibernéticas a nivel global. Por esta razón, se espera que tenga un alcance significativo en varios ámbitos, como por ejemplo el fortalecimiento de la colaboración público-privada, especialmente porque es el sector privado el que posee la mayor parte de la infraestructura crítica. Por otro lado, es importante considerar el fomento de la educación temprana en materia de ciberseguridad, para sensibilizar a las personas respecto de los riesgos asociados al manejo de información digital y cómo mitigarlos.
Otra expectativa importante es que la nueva política mejore el nivel de madurez de la ciberseguridad en el país, favoreciendo el desarrollo de capacidades, la adopción de mejores prácticas y marcos de gestión de riesgos más robustos. Es fundamental que Chile trabaje de manera proactiva en estos ejes y considere expandir su enfoque a medida que evoluciona el panorama de ciberseguridad.
Es por esta razón que todos los actores involucrados debemos promover un cambio cultural en relación con la ciberseguridad, a fin de que las personas y organizaciones comprendan los potenciales riesgos del entorno digital y adopten prácticas preventivas cotidianas. Además, es clave la adaptabilidad ante nuevas amenazas, a fin de que la política pueda adecuarse al cambiante panorama de ciberriesgos.
En este sentido, es claro que la nueva Política Nacional de Ciberseguridad es un paso adelante para Chile, sin olvidar que es un ámbito complejo que requiere de un esfuerzo continuo.
Ignacio Avilés
Ciberseguridad de Orión