Instalación lleva voces femeninas de la Ciudad Abierta al Parque Cultural
"El cuerpo ausente", proyecto Fondart desarrollado por la artista visual Victoria Jolly, propone una narrativa a partir del testimonio de 10 mujeres que habitaron en el proyecto arquitectónico y comunitario de Ritoque
Marcelo Macellari
La instalación "El cuerpo ausente", de la arquitecta y artista visual Victoria Jolly, que se inaugura mañana (18.00 horas) en la Galería de Artes Visuales del Parque Cultural de Valparaíso, suma voces femeninas a una nueva narrativa sobre la Ciudad Abierta, el proyecto arquitectónico y comunitario de Ritoque, construida a partir del testimonio de diez mujeres que fueron sus habitantes en los primeros veinte años desde su fundación, específicamente entre los años 1970 y 1990.
El proyecto de creación, patrocinado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio a través del Fondart Nacional 2022, genera así un archivo oral que hará parte de la muestra abierta a público general. Al mismo tiempo la instalación incluye la creación de una pieza audiovisual, donde se combinan las voces femeninas para narrar una experiencia pasada. La pieza incorpora acciones realizadas en la Ciudad Abierta de Ritoque, con imágenes del territorio actual para acompañar el relato.
Sobre la génesis del proyecto, Victoria Jolly, quien habita en la Ciudad Abierta desde el año 2007, explica que "nació de pequeños gestos previos. El 2018 íbamos a realizar un concierto, cuando se cumplían 20 años de la corporación. Veinte años en los que me pareció importante hacer una performance que consistía en escribir sobre un lienzo todos los nombres de las mujeres que desde 1970 habían vivido en la Ciudad Abierta. Luego, en 2019 en el Museo Nacional de Bellas Artes, lanzábamos el libro 'Amereida, la invención de un mar'. Casi como una acción arbitraria y sin una conexión lineal al libro, en la mitad de la sala, intenté trasladar el andén del tren que pasa hacia la fundición de Ventanas por el patio de mi casa. Ese andén de tren estaba formado por láminas de papel quemado, por el paso de la locomotora y los vagones luego volví a juntar con una pequeña lámina de papel de arroz. Cada lámina representaba los nombres de mujeres habitantes recolectados el 2018. Y finalmente, el 2020 durante la pandemia, decidí que no iba a llegar el momento perfecto, ni quedaba demasiado tiempo para entrevistar a mujeres que entre los años 1970-1990 se arrojaron a vivir en la Ciudad Abierta".
Encuentro y reflexión
A través del montaje se busca generar un espacio de encuentro y reflexión que permita al espectador explorar este archivo en expansión basado en las voces femeninas. La artista visual cuenta que "partí sin tener una hoja de ruta clara, más que intentar conversar y encontrarme con la mujer que tenía en frente. Decidí que no habría guión, que no habría preguntas preescritas. En el transcurso no encontraría el reemplazo de las figuras históricas (masculinas) sino a ellas hablando en presente y pasado. Tenía primero que abandonar mis propias expectativas, no había nada que esperar, solo escuchar y encontrar. Y así me senté al frente lo suficientemente cerca y fuera de cámara. Conversé en total 150 horas, que luego volví un archivo oral como si fueran los colores con los que después podría dibujar".
"En un invento como la Ciudad Abierta -agrega- en la que se trató de poner juntas a la vida, el trabajo y el estudio pero en la que hasta ahora la vida no ha sido escrita, descrita, retratada y rescatada (valorada) porque todavía no se deja atrapar, o porque la asociamos a labores de menor importancia al lado de la teoría, los fundamentos poéticos y la arquitectura. Me interesa reconocer a quienes han pasado antes por el mismo lugar. No partimos en una hoja en blanco, hay otras personas que también entregaron parte de sus vidas, aunque ahora no estén o participen. Me interesa pensar la memoria como un lugar para guardar, una gran bodega de recuerdos. Pero que también la podemos pensar como un reflejo que nos cuestiona si vamos a repetir el pasado o abrir otros posibles futuros. Creo que la poesía hoy día está en la calle, en el pedazo de ciudad que guardamos cada una, me interesa hacer para salir, abrir, escuchar hacia atrás, tener oídos en otros territorios, contaminarse y así intentar dejar de ser tan ensimismados".
"Es un ejercicio de memoria -añade- pero también de gran inspiración, las voces femeninas no necesitan declararse poetizas, o poner por delante sus oficios porque van hilando, leyendo el lugar y enseñando una manera de mirar, ese intangible es el que quiero rescatar".
Un cuerpo ausente
Sobre el proceso creativo, Victoria Jolly detalla que "en general trato de trabajar con materiales para generar lugares que puedan ser percibidos, atravesados por el público, cada vez más pienso en los montajes como naturalezas muertas que permitan transmitir sensaciones desde lo material. Una naturaleza muerta que puede tener la forma de una estructura de madera, cúpula o pasillos textiles que son finalmente ficciones que están 'animadas' por cuerpos, la luz, el color y el sonido".
La instalación "El cuerpo ausente" es, según su autora, "una invitación a sumergirse en tres estructuras, la primera es una cúpula de madera, sonorizada y tejida en totora; en la que se trata de invitar al público a un interior donde hay una voz femenina que va relatando su experiencia, son más bien citas los textos que la misma investigación abrió, como si fuera una sola voz. Luego hay un círculo de pupitres y sillas que contienen las diez entrevistas donde la audiencia puede entrar en la experiencia de vida de cada una, en realidad es un lugar para escuchar, la creación de un archivo oral. Finalmente hay un pasillo de textiles que lleva a la pieza audiovisual donde se desarrolla un relato a partir del coro de voces femeninas. Entonces la instalación básicamente se basa en darle forma a la voz de un cuerpo ausente en la historia de un colectivo artístico, la voz en la ficción de un solo relato, el archivo oral de cada una de las voces y finalmente la voz a la manera de un coro".