"Hay 3 sacerdotes fuera de la Iglesia que ya no pueden ocuparla para cometer abusos sexuales, esa es la gran ganancia"
El exseminarista que, junto a otras víctimas, destapó los delitos cometidos por diversos presbíteros en la Región de Valparaíso, escribió un libro testimonial donde relata en detalle su experiencia y elmodus operandide los agresores.
"Soy el denunciante Mauricio Pulgar Lazo, soy chileno, nacido en la V Región de mi país. Lo que vas a leer ahora es mi relato de abuso sexual, de conciencia y de poder que viví al interior de la Iglesia Católica de la Región de Valparaíso, en Chile. Es una experiencia real, que ocurrió luego de confiarle mi vida a dicha Iglesia, como muchas y muchos adolescentes y adultos, en pro de seguir mi fe y mis deseos de servir a Dios y a la comunidad".
Así se define Mauricio Pulgar en su libro "El denunciante y el círculo", recientemente editado por el sello RIL. "El denunciante" es, por supuesto, él mismo ("ser el denunciante es una manera de definirme que me interpreta y creo que le ha dado un sentido a mi vida", dice en el libro), mientras que "el círculo" es una oscura y perversa red al interior de la Iglesia Católica, integrada por sacerdotes denunciados por Pulgar y otras víctimas, coludidos para cometer abusos sexuales, manipulación de conciencia y malversación de fondos.
Por estos hechos, tres presbíteros (Humberto Henríquez, Jaime Da Fonseca y Mauro Ojeda) ya han sido sancionados por la propia Iglesia Católica con la expulsión del estado clerical y uno de ellos (Jorge Olguín) está a la espera de la resolución. La arista penal -adscrita al sistema antiguo de justicia -avanza con lentitud.
El relato es crudo: así lo advierte el propio Pulgar al inicio del libro, quien inicia la narración con un episodio de violación del que fue víctima al interior de la casa parroquial del presbítero Humberto Henríquez, de la parroquia Santa Rosa de los Andes.
Desde allí recorre su experiencia desde sus primeros acercamientos a la Iglesia Católica hasta su paso por el Seminario Mayor San Rafael, en Lo Vásquez, y finalmente su alejamiento de la institución y la revelación de los actos de los que fue víctima.
Ese episodio reúne diversos temas de los que Pulgar habla en detalle en su libro: los abusos sexuales, la manipulación sicológica y emocional, el uso de sustancias para adormecer la voluntad, el desvío de dineros de la Iglesia y el círculo de protección y complicidad entre los abusadores, al que identifica como "el círculo": "Y cuando un esperaría un acto de misericordia, un acto de humanidad, soltándome y dejando de violarme, Humberto hace una pausa y abre un el cajón de un velador que estaba al lado izquierdo de la pieza, me dice que está lleno de dinero, que todo es para mí y que habrá mucho más por ser parte de su círculo", recuerda sobre esa noche aciaga.
-¿Qué te motivó a escribir este libro?
-La idea principal era mostrar a todas las personas que esto fue un modus operandi y que fueron años de torturas, no fue un hecho único y específico, aquí hubo gente ayudando para cometer los abusos, se organizaron… Esto es una red de abuso sexual.
Manipulación
El círculo de sacerdotes denunciados por Mauricio Pulgar, Gustavo Donoso y otras víctimas apunta al expárroco de Los Andes Humberto Henríquez, al expárroco de Quilpué Jaime Da Fonseca, al expresbítero y exrector del Seminario Mayor Mauro Ojeda, al expárroco de Quillota y Algarrobo José Olguín, así como a otros curas que habrían participado como cómplices o encubridores.
Uno de los aspectos que resalta el libro es la forma en que estos exsacerdotes (tres de ellos ya expulsados del estado clerical) manipulaban a adolescentes y jóvenes para acceder a sus actos: "Fue mi idealización de la Iglesia Católica la que no me permitió ver una verdad que siempre estuvo frente a mis ojos. La verdad siempre estuvo ahí, pero ¿por qué no me di cuenta? ¿Cómo pude ser tan ciego? La respuesta es simple, tiene un nombre, se le conoce como manipulación de conciencia. El presbítero Jaime Da Fonseca tomaba a los niños, los ponía entre sus piernas, les tomaba la cabeza y los besaba, fingiendo darles un beso en la mejilla, pero corría su cara y les besaba la boca, riéndose. Ahora entiendo por qué cuando él me confesaba movía mi cabeza a sus genitales, ahora entiendo por qué el presbítero Mauro Ojeda quería a toda costa que Da Fonseca fuera mi director espiritual: era la forma de moldear, de manipular mi mente para obtener una víctima obediente y dócil", cuenta Pulgar en el libro.
-¿En qué momento asumiste que eras una víctima de abusos y manipulación? ¿Hubo algún hecho que te ayudara a darte cuenta plenamente de esto?
-El hecho externo fue un día en un verano que salió una noticia de la V Región de un sacerdote que fue condenado por abuso sexual y estaba preso; yo lo ubicaba, había sido compañero del seminario y (Gonzalo) Duarte lo estaba apoyando para evitar que fuera a la cárcel. Eso empezó a hacer el proceso en mi cerebro de reconfigurar lo sucedido, la situación me puso mal y me animó a enfrentar al sacerdote abusador. Me costó varios años, es un tema que dura incluso cuando estás en el proceso de que sean destituidos, no se borra de la noche a la mañana. Le das treinta mil vueltas, tratas de recordar algún detalle por si fuiste en alguna medida culpable de lo que pasó… Es algo tortuoso para todas las víctimas, ¿te lo imaginaste?, ¿ocurrió?, ¿fue culpa mía? Eso ocurre bastante.
-¿Qué papel jugó la manipulación de conciencia en lo que te ocurrió a ti y a otras víctimas en la Iglesia?
-No es una manipulación, son años de manipulación y eso es lo que va logrando que la persona no tenga la capacidad de reaccionar. Te pueden estar violando, está ocurriendo el hecho y tu mente no es capaz de entrar en un proceso racional de lo que está pasando. La manipulación se sostiene en bloquear la capacidad de reacción; en el caso mío, desde los 13 o 14 años en adelante, por más de diez años. Empiezan con los más pequeños detalles. Da Fonseca y Henríquez tenían no solo técnicas sicológicas que fueron probando en nosotros, sino también elementos químicos para doblegar la conciencia.
La piscina
El libro abunda en detalles sobre diversas prácticas de connotación sexual propiciadas por sacerdotes hacia jóvenes que participaban en actividades pastorales y seminaristas. También en la enorme influencia que los directores espirituales ejercían sobre sus pupilos.
Uno de los episodios ocurrió en Olmué, donde los seminaristas y sacerdotes concurrieron a un paseo en una casa con piscina para celebrar el fin de curso. El libro relata: "Al llegar la noche, Mauro Ojeda estaba muy ansioso. Nos lleva al patio, donde está la piscina, y nos dice: 'Bueno, ahora somos una familia y yo soy su padre, vean en mí a un padre, quien los protegerá y dirigirá. Me deben respeto y obediencia' (…) En ese momento es cuando nos lanza la frase lapidaria: 'Ahora vamos a tener un acto de confianza, nos vamos a bañar desnudos'. Ahí se me desencajó el rostro (…) Mauro Ojeda se dio cuenta de que su petición no fue bien recibida y nos dijo la frase con la cual nos neutralizó: '¿Acaso tienen problemas sexuales? Porque a los mariconcitos no los recibimos en el Seminario. Si tienen dudas de entrar desnudos, es porque tienen problemas sexuales' (…) ¿Entienden lo que ocurrió? Hizo la manipulación de que la incomodad y el rechazo al acto de desnudarse y bañarnos con él, que también se desnudaría, era un acto de debilidad, un acto de homosexualidad (…) Mauro se desnudó, se metió al agua y su rostro era casi monstruoso. Su cara reflejaba placer, ansiedad y fascinación. Pasaba por entre nosotros rozando su cuerpo (…) siempre usando bromas y disfrazando todo su actuar en su mega masculinidad heterosexual, llevándonos a sentir culpa por sentir rechazo y no disfrutar como él lo hacía".
-En tu libro se aprecia que tú tienes conocimiento sobre las dinámicas del abuso y la manipulación. ¿Estudiaste al respecto en algún momento?
-Yo estudié sicología y una de las cosas que me ayudó fue empezar a analizar cómo fue el perfil de cada uno de los abusadores, darme cuenta de que en realidad Humberto Henríquez y Da Fonseca estaban coordinados. Eso me permitió ir analizando que aquí no hubo casualidades, que estas eran situaciones que se venían repitiendo en los años y que también habían perjudicado a otras personas que incluso se suicidaron, eso me dio fuerza para ponerme de pie y luchar más. Los conocimientos los fui aplicando a las estructuras sicológicas, al perfil de cada uno de los que denuncié y también de la Iglesia como estructura que protege al abusador hasta hoy.
Costos
Pulgar también relata el aislamiento que vivió en el Seminario, siendo conminado a separarse de sus amistades, de sus estudios y de su propia madre, a quien su director espiritual calificaba como "pecadora y un mal ejemplo para mí".
También detallas las malas prácticas de varios sacerdotes en cuanto a la recolección y uso de dineros destinados a las parroquias, cargos por los que también fueron juzgados por la Iglesia Católica.
Después de un almuerzo al que asistió junto al párroco de Los Andes, Pulgar relata que "al salir a Humberto (Henríquez) le pasaron un sobre, creo que había un cheque por unos 500.000 pesos a su nombre (…) Esta práctica de almuerzos, bautismos o matrimonios privados y hablar en ellos o hacer algo, se repetía y Humberto recibía dinero; además, él pedía dinero para 'ayudar al futuro sacerdote', pero ese dinero lo administraba él. Un día le pregunté si el dinero lo usaba para los gastos de la Iglesia y me dijo: '¿Estás loco? Este es para mí, es por mí, para la Iglesia hay otras donaciones, yo hago ganar dinero a la Iglesia pero esto es mío'".
-¿Cuáles fueron los costos de denunciar a la Iglesia Católica? Por otro lado, ¿hubo alguna experiencia positiva que rescatar de la denuncia?
-Lo positivo fue el hecho de que ya hay tres sacerdotes fuera de la Iglesia que ya no pueden ocuparla para cometer abusos sexuales y eso es la gran ganancia, haber sacado de circulación a tres abusadores sexuales. También sirvió para que otras personas pudieran empezar sus procesos de denuncia. El costo fue que nosotros nos vimos empobrecidos, la Iglesia usó todas sus estructuras para poder vengarse, esos nos perjudicó como familia pero finalmente se logró el objetivo de que hubiera menos personas para cometer abusos sexuales.
Otra denuncia
-¿Estás conforme con las sanciones que ha decretado la iglesia en contra de Henríquez, Da Fonseca y Ojeda? ¿Falta aún por hacer?
-La expulsión sí, pero lo que no me gusta es que ellos terminan saliendo a la calle como si no hubiera pasado nada, me gustaría que la Iglesia los hubiera demandado, les hubiese exigido responder por lo que pasó. Nosotros estamos estudiando demandar directamente a los cuatro (Henríquez, Da Fonseca, Ojeda y Olguín) como personas, porque la verdad se están yendo a la casa con dinero en el bolsillo para seguir viviendo sus vida como si aquí no hubiera pasado nada. En ese sentido no estoy satisfecho. La arista penal está en funcionamiento, fui a declarar en marzo al tribunal en Quilpué, pero como es sistema antiguo puede demorar dos o tres años, pero va a quedar la verdad judicial.
Pulgar añade un dato preocupante: "Da Fonseca sigue vistiendo de sacerdote, hace misas, bautizos, confesiones, dirección espiritual… Hay persona que no pueden aceptar que él sea el monstruo que relatamos y demostramos, en el Vaticano nos reconocen como víctimas. Hemos mostrado videos al obispo donde sale ofreciendo celebrar matrimonios, funerales, bautizos y él mismo dice a la gente: yo soy el padre Jaime… Hace más de tres años fue condenado por abuso sexual, manipulación de conciencia y malversación de fondos de la Iglesia, y el obispo actual tampoco ha querido denunciarlo", afirma.
-Tú dejaste la fe católica, ¿cuál es tu situación espiritual hoy en día? ¿Eres miembro de otra congregación?
-Mantengo una religiosidad cristiana, pero no relacionada con la Iglesia Católica, soy persona non grata para muchos curas. Traté de entrar a la parroquia de Quilpué y me pidieron que no entrara; en la Catedral también si me ven me piden que abandone el templo. Es muy inhumano, a uno no le queda más que vivir la religiosidad de la manera que pueda.
-Con este libro, ¿das vuelta la página o seguirás actuando como denunciante?
-Nosotros vamos a seguir con Gustavo Donoso, hemos conversado porque la verdad no nos basta el acuerdo al que llegamos con el Obispado de Valparaíso, y porque hay todavía más sacerdotes que están pasando desapercibidos en esa situación, que son cómplices de manera directa y nos queda harto camino, pero nunca vamos a dormir tranquilos si no hacemos esto; no es ególatra ni voluntarioso, es un tema de convicciones.
"Da Fonseca sigue vistiendo de sacerdote (...) Hemos mostrado videos al obispo donde sale ofreciendo celebrar matrimonios, funerales, bautizos".
"Hay todavía más sacerdotes que están pasando desapercibidos en esa situación, que son cómplices de manera directa, y nos queda harto camino".