Relaciones peligrosas

Si usted vio la impecable "The americans", sobre ese matrimonio de espías soviéticos insertados en la plácida América de los años 80, sin duda sabrá del carisma de la actriz Keri Russell, que debutó en los 90 con la serie "Felicity". Si a eso le sumamos el talento de Debora Cahn, guionista de la excelente serie "Homeland" -y también de "The west wing"-, entonces tenemos un cóctel perfecto para disfrutar de una serie de alto nivel.

"La diplomática" es una de esas raras piezas que logran combinar una trama compleja -una amenaza global que debe ser neutralizada con política internacional- con la liviandad de la vida cotidiana.

Keri Russell interpreta a Kate Wyler, una diplomática de carrera que está haciendo las maletas para partir a su nueva asignación en Pakistán. Puede no ser el destino más glamoroso, pero a ella le gusta estar donde las papas queman y tiene una reputación de conocimiento y experticia en los difíciles temas de oriente. De hecho, por momentos más parece un agente de la CIA que una diplomática, pues las relaciones sociales no son su fuerte y se mueve mejor en los pasillos de la inteligencia y el poder tras bambalinas.

Todo cambia cuando recibe un inesperado llamado de Washington: ya no irá al otro lado del mundo, sino a la embajada de Londres, una de las plazas más importantes de la diplomacia mundial. La noticia la toma por sorpresa, especialmente porque su esposo Hal es un diplomático mucho más conectado y político que ella. Así las cosas, los Wyler llegan a Londres en medio de una gran crisis: un portaaviones británico acaba ser objeto de un atentado que ha cobrado de la vida de 40 uniformados. Todo apunta a que los responsables son iraníes, pero la embajadora pone en duda la tesis y debe enfrentar el impulso belicista del primer ministro inglés que intenta embarcar a Estados Unidos y la OTAN en una escalada militar contra ese país, para blindarse en la política interna.

La diplomática deberá entonces no solo contener la respuesta de los británicos, sino que además investigar quién está realmente tras el atentado y convencer a su propio gobierno, que tiene para ella planes muchos mayores que una embajada.

La relación con su esposo -de quien está virtualmente separada- aliñan la trama de tensión, pues los métodos y la agenda de Hal Wyler son muy diferentes. Condenado a ser "el esposo de", Hal sigue operando desde las sombras, con métodos efectivos pero cuestionables que, a la larga, son útiles aunque complicados para el embajadora.

Siendo un personaje atípico e impredecible, la diplomática poco tradicional se convierte en un personaje cautivante para una novedosa forma de plantear un thriller político.