En tierras mendocinas
Miles de compatriotas cruzan la cordillera porque los beneficia el precio del dólar. Pero en Mendoza hay mucho más que eso: viñas, monumentos, turismo y una gran colectividad nacional.
por Juan Guillermo Prado | ilustraciones de Néstor Flores Fica
Nadie puede negar que la devaluación persistente y constante del peso argentino ha hecho que cruzar la cordillera de los Andes sea cada vez más atractivo para nosotros. Claro que en ciudades como Coyhaique y Punta Arenas no es necesario atravesarla porque ambas comunas quedan más al oriente del macizo andino.
Hace algunos días, con mi amigo el abogado y escritor Gastón Fernández, decidimos viajar en auto hacia Mendoza. Nos acompañaban Ximena, mi señora, y Teresa, la pareja de Gastón. Allí la Junta de Estudios Históricos realizaría la VI Jornadas Transnacionales Argentino-Chilenas. Partimos una luminosa mañana de otoño. Todo iba bien hasta que en Caracoles el auto comenzó a fallar. Nos detuvimos en Portillo, almorzamos en el hotel, con precios accesibles, mientras los mecánicos del lugar intentaban reparar el vehículo.
Tras algunas horas proseguimos el viaje, parando cada cierto tiempo porque se había roto el radiador y el arreglo no duró mucho. Enfilamos por el túnel Cristo Redentor. Cuando se inauguró en 1904, el obispo chileno Ramón Ángel Jara pronunció en su sermón: "Se desplomarán primero estas montañas antes que argentinos y chilenos rompan la paz jurada a los pies del Cristo Redentor". Pero, no vimos por ninguna parte el histórico monumento. Las Cuevas, primer poblado trasandino, parecía estar despoblado.
Más allá estaba el Aconcagua y sus 6.961 metros y no lejos de allí el Cementerio del Andinista que nadie sabe cuándo se fundó, pero sus primeros usuarios fueron trabajadores ferroviarios que perdieron la vida construyendo el Ferrocarril Trasandino entre 1872 y 1910.
Luego de cumplir con la aduana, y cada cierto tiempo parando por causa del radiador, seguimos el viaje pasando por el Puente del Inca, una llamativa formación calcárea, de color ocre sobre el río Las Cuevas, que tiene aguas termales. Tenía un hotel, pero un alud lo sepultó y hoy solo quedan sus ruinas.
Más allá el centro de sky Los Penitentes y, curiosamente, aún cada cierto trecho del camino se ven las casuchas de resguardo, refugios cordilleranos para quienes llevaban el correo, construidos por Ambrosio O'Higgins durante el período colonial.
Más allá está el poblado de Polvaredas, una estación del desaparecido ferrocarril trasandino, cuyo su nombre indica su particularidad: viento y polvo. Ya había caído la noche y a lo lejos se veían las luces de Uspallata, donde pensábamos reparar el radiador del auto. Pernoctamos en un antiguo y remozado hotel.
En la mañana tratamos de solucionar el problema del radiador y lo único que nos recomendaron fue ir hasta Mendoza, distante a 123 kilómetros.
Proseguimos viaje, pasamos por Potrerillos y su embalse, cruzamos por viñedos y finalmente pasado el mediodía llegamos a Mendoza, con sus acequias, grandes árboles, hoteles y casinos, avenidas plenas de negocios, el parque San Martín y el cerro La Gloria. Fue el fin de la odisea.
En distintos hoteles estaban nuestros compañeros que participarían en la jornada histórica: Luz María Méndez, de la Universidad de Chile; Fernando Murillo, de la Universidad Católica; el abogado Francisco y Marcos López Ardiles, vicepresidente de la Sociedad Chilena de Historia y Geografía. Mientras nuestros compatriotas compraban, a mitad de precio o menos, alimentos, vinos, chocolates, nosotros estábamos en formales sesiones en sedes universitarias mendocinas.
chilenos en mendoza
En Mendoza hay una significativa comunidad chilena, cerca del diez por ciento de sus habitantes son compatriotas, pero cuando preguntaba por ella, las respuestas eran vagas o imprecisas. Finalmente, recurrí a Magdalena Correa Vial, bibliotecaria y escritora, quien vive hace dos décadas en Mendoza.
-¿Hay chilenos que se hayan destacado en Mendoza?
-Hay mucha gente que trabaja de sol a sol aquí en la ciudad y los campos. Los chilenos son reconocidos por ser muy trabajadores y correctos. Por otro lado, creo que parte del carácter del chileno es ser más de bajo perfil. Trabaja un montón, pero se mantiene más o menos anónimos. Los chilenos han ayudado a desarrollar la industria vitivinícola en Mendoza. Hay viñas como Cruzat, que hace vino espumante; Trivento, que es Concha y Toro; Finca La Celia, que es San Pedro; o Doña Paula, que es Santa Rita, etcétera.
-¿Se sienten discriminados en el trabajo o en otros lugares?
-Para nada, por el contrario. A título personal, trabajando y viviendo, moviéndome por todos lados, conociendo a gente de todos los ambientes, jamás me he sentido discriminada. Yo hablo ciento por ciento chileno. He adquirido algunas palabras o expresiones argentinas, pero hablo chileno. El mendocino quiere y respeta mucho al chileno. Saben que no son fáciles de conocer, pero una vez que "se abren", son amistades para siempre.
-¿Hay barrios de chilenos en la ciudad?
-En general, no hay barrios específicos de chilenos en la ciudad, salvo dos barrios, "Cristo Salvador" y "Unidad Latinoamericana", construidos por el sistema de ayuda mutua por quienes se exiliaron en Mendoza después de 1973. Pero los chilenos se han integrado a la sociedad mendocina y, por otro lado, los mendocinos nos han acogido.
-¿Cómo celebran las Fiestas Patrias o el 21 de mayo?
-El Combate Naval de Iquique pasa desapercibido pero el 18 es toda una fiesta. Los mendocinos hablan de la "fiesta de los chilenos". Hasta antes de la pandemia se hacía una ceremonia formal en la plaza Chile. Se izaba la bandera. La orquesta del ejército argentino tocaba nuestro himno nacional y luego el argentino. Después, unas palabras del cónsul y ahí comenzaba la fiesta. Ponen unas flores en el monumento a la amistad inmortal entre los dos países. Durante varios días, en la plaza Chile se hacía una preciosa fonda. La gente residente montaba sus puestos de comida. La fuente de agua y los chorros los pintan de rojo y sale agua de colores. Lo que más les gusta a los mendocinos son las empanadas XL (aquí son mucho más chicas), el pebre y el terremoto. Además, se ponían mesas con sillas y música chilena. No faltaban los pies de cueca. Pero vino la pandemia. El año pasado se hizo la ceremonia formal en la plaza Chile y después hubo una fonda en el parque General San Martín. Estuvo muy linda y había muchísima gente. El consulado de Chile trabaja muchísimo en estas iniciativas, son muy movidos.
EN LA HISTORIA
Mendoza está muy ligada a nuestra historia. Perteneció a la Capitanía General de Chile hasta 1776; Juan Martínez de Rozas, miembro de la Primera Junta de Gobierno, nació allí en 1759; tras el desastre de Rancagua, O'Higgins, los hermanos Carrera y otros próceres de la Independencia se refugiaron en la ciudad; desde allí, en 1817, cruzó la cordillera el Ejército de los Andes que participó en las batallas de Chacabuco y Maipú, logrando la liberación de Chile.
Pero no todo ha sido bueno. Un 8 de abril de 1818 fueron condenados los hermanos Luis y Juan José Carrera por el delito de conspiración contra el gobierno de Chile y José Miguel Carrera fue fusilado en Mendoza el 4 de septiembre de 1821.