"Soy hijo de carabinero, padre de carabinero…" expresaba el general director Yañez al despedir a uno de los suyos a quien la violencia de la calle le arrebató la vida mientras cumplía su juramento de "rendir la vida si fuere necesario en defensa del orden y de la patria".
Sus palabras traen a mi memoria los días de niño cuando te veía salir por la noches a cumplir tu cuarto turno, en la frías noches de la ciudad y recorrer las calles para darle orden y seguridad a tu pueblo, ese pueblo del cual eras parte. Recorrimos muchos lugares y ciudades en tus destinos que la institución te encomendó: nuevos colegios, nuevos amigos, que aun perduran en nuestro corazón.
Un día de agosto del año 1972, una bala le quitó la vida a unos de tus compañeros de comisaría, el cabo Exequiel Aroca Cuevas. La violencia política se ensañaba con la sociedad y este servidor público era el martir N° 600 de Carabineros.Junto a nuestra madre, acompañamos a su viuda e hijos, que tal como nosotros, veíamos a nuestro padre salir todos los días a cumplir con su deber en silencio. Ya el cabo Aroca no volvería a su hogar.
La muerte del cabo Aroca trajo a los carabineros nuevas energías para seguir combatiendo contra quienes se ponían al margen de la ley, tal como hoy ha ocurrido con los suboficiales mayores; Salazar, Olivares y Palma, quienes han dejado una huella que los actuales carabineros seguirán.
Sus nombres llenarán las páginas de la prensa, las autoridades solidarizarán con la institución y su personal, y en la retina de la sociedad se harán realidad las palabras de su fundador, don Carlos Ibañez del Campo, que un 27 de abril de 1927, y al poco transitar de la institución, señaló: …"en Chile entre el estado de civilizacion y el de la barbarie no hay más que una delgada capa de carabineros".
Escribo estas palabras en memoria de mi padre, carabinero, como un homenaje a todos los carabineros de Chile y a la sociedad chilena, por reconocer en ellos un bastión de la democracia.
Juan de Dios Videla Caro
Coronel® de Carabineros de Chile