Durante los últimos 6 meses he tenido el placer y la desgracia de tener que usar el transporte público en Santiago y en Valparaíso. Por un lado, me he movilizado en buses eléctricos, silenciosos, con aire acondicionado, horarios definidos y recorridos actualizados y expeditos. Por otro, en micros rebosadas de gente, con olores fétidos, asientos incómodos y raperos con parlantes ensordecedores. La miseria que representa el transporte público en regiones, sumado a la creciente inseguridad y baja afluencia del periodo post pandemia, son una demostración más del centralismo crónico de nuestro país. Urgen soluciones.

Pablo Venezian

En pedir no hay engaño, el engaño está en lo que se ofrece. Y eso sucede generalmente en la política y particularmente cuando se está próximo a unas elecciones de importancia.

La franja política que tendremos que soportar diariamente hasta antes del 7 de mayo, nos muestra los esfuerzos de cada candidato por ser parte de la redacción de la nueva constitución y de la cantidad de argumentos que exponen para ser los elegidos. Cada postulante ofrece el cielo y la tierra sabiendo en el fondo que nada depende de lo que él o ella quieran, pues todo está ligado al apoyo o acuerdos con los integrantes de otras bancadas políticas. Por lo tanto decir a los cuatro vientos: "Yo ofrezco, yo haré", es la primera mentira y la segunda será cuando tenga la suerte de estar entre los elegidos y no pueda cumplir lo prometido. Es indudable que siempre habrá que elegir personas para que rijan los destinos del país, pero lo que la ciudadanía desea son: hechos y no palabras.

Jorge Valenzuela Araya