Ocurrido el golpe de 1973, el Cardenal Raúl Silva Henríquez no dudó un instante en dónde estaba su deber. Según él, "nosotros supimos desde el primer momento que debíamos estar al lado de las víctimas, sin que nos importara su color, ni ideología. Nuestra obligación era salvaguardar la vida humana y, para ello, debíamos proteger intransigentemente los derechos de las personas". En conferencia de prensa del 25 de abril de 1974 dijo: "Nos honra a nosotros que, fuera de nuestra patria, se considere a la Iglesia y al Episcopado chileno, que va a la vanguardia en defender los derechos del hombre, las doctrinas humanas y sobre todo la doctrina de Cristo el Señor".
Pero el 15 de agosto de 1976, en el aeropuerto de Pudahuel, partidarios de la dictadura, portando carteles, amenazaron a viva voz, le tiraron monedas y golpearon a los obispos Carlos González Cruchaga, Enrique Alvear y Fernando Aristía, quienes regresaban de Ecuador.
Un reconocimiento y gratitud a todos los prelados chilenos que junto, con el cardenal Silva Henríquez, actuaron a la luz del evangelio en la defensa de los derechos humanos; entre ellos, los obispos Jorge Hourton, Enrique Alvear, Carlos Camus Larenas, Carlos González, Fernando Aristía Ruiz, Alejandro Goic Karmelic, Manuel Camilo Vial, Juan Luis Ysern, Tomás González Morales, Sergio Valech, Juan Francisco Fresno, Sergio Contreras Navia, Carlos Oviedo y Alejandro Jiménez Lafeble.
Derico Cofré Catril