Nuestra Señora de las Peñas Presidente Sociedad de Folclor Chileno
Por Yvaín Eltit
De las zonas que el musicólogo Carlos Lavín Acevedo recorrió, lo cautivó el profundo paisaje desértico nortino. En la Revista Musical Chilena (1948), señala: "Verdes prados orillan las altaneras rocas que se prolongan aún por enhiestas serranías hasta el poblado de Livilcar, sede de un antiquísimo templo, dedicado a un atormentado y trágico Cristo de industria quiteña".
Hay múltiples versiones de la leyenda, siendo la más difundida la del ariqueño Manuel Pozo. Contaba este hombre que un arriero en 1642 transitaba por estos parajes, cuando vio a una doncella corriendo despavorida por causa de una serpiente. Sin saber qué hacer, conjuró a María, apareciendo la inmaculada imagen donde hoy se levanta el oratorio.
El camino a Nuestra Señora del Carmen de las Peñas, Región de Arica y Parinacota, acuden más de cuatro mil feligreses, de la más variada extracción social: escolares, agricultores, militares, matronas, empleados públicos, lavanderas, jueces, damas solteras, barreteros (hombres que trabajan en la minería con barreta, cuña o pico), etcétera. Procedentes de diversas partes del mundo, mayormente de Bolivia, Chile, Perú y el norte argentino, se suman a una fiesta de colores y reposo, donde compañías demuestran su veneración a la madre de Jesús, entre ellas: los morenos de Tacna (Perú), los chunchos de Iquique, los morenos pampinos de Arica, los morenos de Sama, las cuyacas del valle y la Sociedad Manuela de Marconi, no cesan de hacer música, cantar y bailar dentro y fuera del santuario. Las letras de los cánticos y rezos se preparan exclusivamente para la ocasión, o bien tienen más de cuatro siglos de historia, consagrando una oralidad que se consolida de generación en generación.
De la categoría de cantares y plegarias recitados para la santa madre encontramos: llegada primera, llegada segunda, entrada al templo, alabanzas, himnos, buenos días a la virgen, buenas tardes y retirada. Se apartan los cantos a la procesión, la llegada a la iglesia, las despedidas, los pasacalles, las dianas y las "marchitas", éstas últimas poseen doble instrumental (32 compases), con una segunda parte que denominan "canto" y todos corean.
El acompañamiento instrumental consta de trompetas, clarinete, requinto (guitarra pequeña de solo cuatro cuerdas), trombón, contrabajo, platillo, caja, bombo, clarinete, murga, entre otros.
La festividad se realiza el primer fin de semana de octubre y el 8 de diciembre de cada año. Esta ruta es visitada por ser un sitio de gran interés arqueológico.