Cuando debatimos acerca del emprendimiento femenino, lo primero que se pone sobre la mesa son las enormes e históricas brechas existentes en comparación a los hombres, en materia de acceso a capacitación, a mayor digitalización, a financiamiento, entre otros aspectos.
La pandemia movió la brújula, y la situación de encierro llevó a más mujeres a emprender en comparación a tiempos "normales", donde la mayoría de los casos fue por subsistencia, reforzando así -a primera vista- la relación que tradicionalmente se hace entre el emprendimiento femenino y el emprendimiento por necesidad.
Sin embargo, en la mayoría de los análisis no se pone el foco en las fortalezas y los factores diferenciadores del emprendimiento femenino, porque lejos de una aproximación desde la carencia, ha sido posible evidenciar el enorme potencial que tienen las ideas que generen negocios impulsadas por mujeres, junto a las mayores habilidades blandas que poseen, que muchas veces son claves para el éxito.
En este sentido, el reciente estudio "Emprendimiento femenino: Una perspectiva de alto impacto basada en evidencia de Chile y Perú", publicado en julio de 2022 y elaborado por un grupo de investigadores donde participaron académicos de la Universidad de Chile y de la Universidad Católica de Perú, muestra en sus resultados que existen patrones positivos en los emprendimiento de mujeres de ambos países, tales como la innovación, la alta calidad de los productos y la positiva actitud hacia sus labores, llegando a concluir que sus negocios tienden a crecer rápidamente y alcanzar niveles de rentabilidad superiores al promedio.
Por lo tanto, el desafío de política pública no solamente debe ser subsidiar, sino que también debe estar enfocado en potenciar aquellas características diferenciadoras propias de emprendimiento femenino, para transformarlo
en un verdadero motor de la
economía.
Gabriela Salvador
ChileConverge