En la frontera entre Argentina y Brasil buscan "Matar a la bestia"
El film argentino- chileno navega en la incógnita de un pueblo acechado por un ser que se transforma en animal.
Camila Rojas Vargas - La Estrella de Valparaíso
"En esta película hay un baile que hacen el deseo, la oscuridad y el miedo. Hay una idea de que lo opuesto al miedo es sinónimo de liberación de ese deseo, y ese es el viaje que hacen", resume en palabras la directora trasandina Agustina San Martín a " Matar a la bestia" , su última producción.
Situado entre la frontera de Argentina y Brasil se encuentra un pueblo de muy pocos habitantes que todos se conocen entre sí donde los rumores hablan de un ser extraño y perturbador que adopta la forma de un animal para acechar a sus presas. Éste circula entre la selva frondosa y las calles de asfalto, una interrogante que mantiene a la mayoría de las personas alertadas y organizadas para ir tras aquello. En medio de la paranoia colectiva la joven Emilia de 17 años (interpretada por la actriz Tamara Roca) llega en búsqueda de su hermano Mateo que lleva tiempo desaparecido porque la madre de ambos, ya fallecida, lo echó de la casa y lo mandó a la frontera, en parte debido a su carácter agresivo que se intensificaba cada día más. "Estuve pensando en lo que pasó con vos", dice Emilia a través del único teléfono público del pueblo que funciona a ratos. La escena muestra la casa de Mateo cuya contestadora anuncia en portugués el mensaje de voz mientras el único oyente es un perro que camina por la casa.
Emilia se aloja en la casa hostal de su tía Inés (interpretada por la actriz Ana Braun) que vive aislada de la familia y no se relaciona con nadie del pueblo, quien manda a la protagonista en más de una ocasión a "tomar champagne con ravotril igual que tu madre" pero que de igual manera recibe a su sobrina en la residencia tras su insistencia: "Haré lo que me pidas", le suplica la adolescente que es encomendada a ayudar con sus pertenencias y a ubicar habitación para Julieth (interpretada por la actriz Julieth Micolta) que no demora en encandilar con su sensualidad y espontaneidad a la protagonista.
Más de una búsqueda
Sujeto a la interpretación personal, cada personaje que incide directamente en la búsqueda de Emilia va sembrando una semilla en su desarrollo personal, su despertar sexual y evocando el recuerdo de abusos y traumas, desencadenando un barrido emocional profundo, sin olvidar que la policía aconseja a las mujeres no salir solas de noche debido a este ser incógnito.
"Estaba la idea de generar que en esta familia rota todas vengan desde un lugar muy distinto entre sí. Está ella que es medio apática y está buscándose. Está la hermana que es completamente sobreprotectora, está la tía que los quiere mandar a todos a la mierda. También estaba la idea de buscar un poco de carácter en ella entendiendo que hay muchas películas con personajes femeninos blandos y aburridos, la idea era dar un carácter fuerte a cada personaje, viniendo de distintos lugares", comenta San Martín.
En el desarrollo de la película el pueblo unido liderado por la figura de la religión constantemente intenta enfrentar a este ser en cuadrillas nocturnas al sonido de la esperanza de las palabras del cura, la voz de ovación de los feligreses, la luz de las linternas y el ruido de disparos de rifles y armas que cargan en las caminatas enfrentando el miedo que les provoca lo desconocido, mismo viaje que está conduciendo Emilia para encontrar a su hermano.
"El personaje de Emilia es una persona que vive la vida con mucho miedo del afuera. Vive completamente apretada, reprimida, metida para adentro, casi con miedo de sí misma también. Y es una persona que de algún modo aprende a habitar su propia existencia y a hacerse cargo de sí misma y cuando termina aceptando eso, es cuando finalmente gana la fuerza para mirar a los ojos a las cosas que le temía", describió la también guionista del film.
Mundo mitológico y onírico
Construir todos los cuadros de la película es un trabajo previo al rodaje que se extiende por meses en los que San Martín cranea sus ideas en su "biblia de rodaje", un libro que en cientos de páginas tiene bosquejos que detallan escena por escena para llegar a retratar a través del lente de la cámara la humedad y el calor que descansa sobre el ambiente a lo largo de la trama, que va empañando la fotografía evocando un mundo onírico y mitológico de bestias y animales.
"Hubo mucho diseño de paleta de brumas, de tonos, de cómo iba a ser la luz que sale de la casa, siempre con referencias de distintas películas en el resultado final", cerró la directora trasandina.