Crímenes en el edificio

A los amantes de "true crime", esta original, divertida y fresca comedia los hará reírse de sí mismos y, a la vez, participar en la resolución de un buen par de misterios policiales.

Creada por el genial Steve Martin (un clásico del humor absurdo, recordado por ese ícono ochentero "¿Y dónde el piloto?", entre muchas otras exitosas comedias), "Only murders in the crime" ("Solo crímenes en el edificio") nos presenta a un improbable trío de vecinos que habitan en el edificio Arconia de Manhattan, en Nueva York, y quienes por casualidad se ven involucrados en la resolución de un crimen ocurrido en uno de los pisos del bello inmueble.

Se trata de Mabel (Selena Gómez), una joven veinteañera que reparar el departamento de un tía en el edificio Arconia; Oliver Putnam (Martin Short), un extrovertido y veterano productor de Broadway semi arruinado, que vive de sus glorias pasadas; y Charles Haden-Savage (el propio Steve Martin), un actor que en su juventud encarnó al policía Brazzos en una serie setentera del mismo nombre. Los tres viven en el edificio Arconia, pero no se conocen más allá de haberse topado en el ascensor del edificio el día en que Tim Kono, uno de los vecinos, es hallado muerto en su departamento.

Otra cosa une a este improbable trío: todos son fanáticos del "true crime" y de los podcast del género, desarrollados por ciudadanos que se dedican a resolver crímenes. Es así como sus destinos se cruzan para resolver la muerte de Tim Kono.

La serie avanza con un desopilante sentido del humor a través de la investigación amateur pero aguda de estos tres vecinos que, a la par que indagan, van sacando al aire su propio podcast, al que llaman "Only murders in the building".

Así, mientras se centra en el misterio, la serie exuda sentido del humor, ironía e inteligencia, con diversos guiños que harán reír a los espectadores más perspicaces. La aparición de otros vecinos del edificio (como el extraño residente que tienen varias versiones de un mismo gato y congela sus cuerpos en el refrigerador, o la deslenguada administradora Bunny), la llegada de un humilde y bizarro club de fans del podcast, y los guiños al pasado de Brazzos, son ingredientes que van sumando espesura y humor a la serie, que, por cierto, está inteligentemente contada, abordada desde distintos puntos de vista, según el personaje. El sumum de esta técnica lo alcanza el episodio que está narrada a partir del punto de vista de un joven sordo, hijo del principal sospechoso, donde la situación se desarrolla de tal forma que nadie pronuncia ni una sola palabra en todo el hilarante capítulo.

Hay una segunda temporada, donde los improvisados detectives y podcasters son los sospechosos de un

crimen.