El niño rojo Presidente Sociedad de Folclor Chileno
Por Yvaín Eltit
Bernardo O'Higgins nace en Chillán, Región de Ñuble (en voz mapuche nglefen, que significa río de corriente angosta y obstaculizada, o lugar obstruido), el 20 de agosto de 1778. Era hijo de Ambrosio O'Higgins, militar y político irlandés, quien sirvió a la Corona española, y de la dama de época Isabel Riquelme y Meza.
Raúl Silva Castro, periodista y miembro fundador de la Asociación Folklórica Chilena, hoy Sociedad de Folclor Chileno, expresa en su ensayo "Piezas para la legitimación de O'Higgins" (1935): "De un lado el candor y la ingenuidad de una bella muchacha provinciana, hija de familia noble dotada de buenas relaciones sociales, víctima, sin duda, de un temperamento sensual, pero sobre todo de su inexperiencia y de su falta del mundo. Del otro un adusto irlandés, mal agestado, tosco de modales aunque claro de inteligencia, ambicioso, tenaz en sus resoluciones".
Siempre con la permanente supervisión de su padre, crece ese niño de cabellera roja como la llama independentista y de profunda sensibilidad.
Es enviado en noviembre de 1782 a Talca, Región del Maule, bajo la tutela de un amigo de Ambrosio, Juan Albano Pereira Márquez, comerciante, y su esposa Bartolina de la Cruz y Bahamonde.
Este matrimonio se convirtió en sus padrinos, consignado en el acta bautismal en la iglesia parroquial de Talca, el 20 de enero de 1783, ceremonia dirigida por el sacerdote y vicario de la ciudad, Pedro Pablo de la Carrera. El documento original lo resguarda el Archivo Nacional Histórico en Santiago; y hay una copia de 1946, la que custodia el Museo Regional de Rancagua.
Ingresó al Real Seminario de Nobles Araucanos, conocido popularmente como Colegio de Naturales de Chillán, en 1788. Se trataba de un centro educacional con régimen de internado. Se le integró como un igual, con los hijos de los principales caciques (gobernantes o jefes de una comunidad) mapuches, lejos de la burguesía sureña. Este contacto diario le permitió acceder al mapudungún, lengua que le entregó conocimientos ancestrales que aplicó durante toda su vida.
Es guiado por Francisco Javier Ramírez, rector del colegio, cronista y sacerdote.
En 1790 es enviado a Lima, Perú. Estudió en el Colegio del Príncipe, siendo compañero de hijos de caciques incas; esta cercanía le acercó al idioma quechua.
Prosiguió en el Colegio Convictorio Carolino o San Carlos, considerado la mejor institución de estudios secundarios en América Latina en la época. Aprendió geografía, ciencias naturales, filosofía, astronomía, oratoria, etcétera.