Los maleficios Presidente Sociedad de Folclor Chileno
Por Yvaín Eltit
Desde el comienzo de la nación, diversas manifestaciones asociadas a la magia han provocado hechos inexplicables, fusionándose con el imaginario colectivo. El término maleficio proviene de la voz latina "maleficium", conformada por "male", que es mal o malamente; "facere" que se traduce como hacer,; y el sufijo "io" que significa resultado.
La práctica de los maleficios implica brebajes, remedios, conjuros y cualquier mecanismo que permita ejercer acciones negativas sobre otra persona. Quienes portan estos misteriosos conocimientos son los brujos.
Se dice que durante el período colonial se reunían durante la noche de los viernes para festejar con apetitosos banquetes en espacios recónditos para rendir tributo al diablo. Se piensa que estos lugares están habitados por seres fantásticos como el chivato (cría de la cabra con más de seis meses y menos de un año) y el invunche (criatura ligada al pueblo mapuche, maléfico y deforme, que roba a los niños).
Famosas son las cuevas del cerro Name, en la provincia de Cauquenes, o la "Raja de Manquehua", la que se ubica a 15 km de la ciudad de Salamanca, provincia de Illapel (en voz mapuche es "garganta de oro").
Los maleficios son una subcategoría que pertenecen a la categoría de creencias populares. Se dividen en tres secciones: magia negra, artes de la adivinación y sortilegios amatorios.
En 1575 el gobernador Rodrigo de Quiroga y López de Ulloa expresó en público aquellos saberes que los aborígenes ofrecían.
En el historial judicial se encontraron, como evidencias de esa hechicería oscura, varillas coloradas de canelo humectadas con orina, polvo de ciempiés, culebras secas, sangre seca envuelta en telares de lana, habillas (hermosa leguminosa, de flor blanca con tonos celestes), piedras, corales, chaquiras (perlas o bolitas que se emplea para elaborar collares o pulseras o diferentes adornos femeninos) blancas y negras, y hierbas.
La adivinación se subdivide en nigromancia (invocación del espíritu de los difuntos), geomancia (interpretación de líneas, círculos o puntos trazados en la tierra), hidromancia (observación del agua), onomancia (estudio del nombre propio), y quiromancia (lectura de las líneas de la mano).
En lo sentimental funcionaban pociones, oraciones y muñecos con alguna prenda personal, conocidos hoy como "vudú".
Según el folclorólogo Oreste Plath, "si se atiende bien a un brujo, este impedirá que alguna vez tenga desgracias su benefactor y, a lo mejor, puede revelarle algún secreto acerca de sus tesoros escondidos".