Autobiografía familiar de un porteño Presidente Sociedad de Folclor Chileno
Por Yvaín Eltit
Hoy, al conmemorarse el Día Internacional del Libro, es oportuno evidenciar la buena literatura chilena.
Estamos acostumbrados a que el poeta y académico Enrique Winter Sepúlveda (1982) nos sorprenda con escrituras que muevan la piel al punto de compenetrarnos con la pasión de sus letras.
He expresado que es el continuador de los poetas Andrés Sabella Gálvez y Víctor Castro Barrios, miembros fundadores de la Asociación Folklórica Chilena, hoy Sociedad de Folclor Chileno.
Conocí al autor hace ocho años cuando fui su aprendiz en aquellos señeros talleres de poesía veraniega en la Corporación Cultural Balmaceda Arte Joven, siempre franco y riguroso.
Se avecindó hace años en Valparaíso, volcándose de lleno a nuestro puerto.
Participé en la presentación de su última novela "Sobre nosotros callaremos", en el Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM), el 10 de diciembre de 2021.
Me obsequió su libro, el cual posee la misma naturalidad que sus demás obras. Al respecto manifiesta: "Lo oral no es un mecanismo de mi trabajo, es la protagonista de la novela en la cual investigué a mis antepasados en distintas generaciones".
Contó con el apoyo de la beca de creación literaria del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes; y residencias de escritura de la Fundación Sylt, Alemania, y Universidad de Los Andes, Colombia.
La voz inicial que se nos presenta es la de Krystyna Modzelewska, quien desde lo contemporáneo nos contagia con el otoño de los años.
A medida que palpas las 444 páginas se expande un coro teatral, una serie de voces que se van intercalando una sobre la otra, pero no como una superposición caprichosa, sino con el objetivo de mostrar los diversos ángulos.
Los 46 capítulos del libro, organizados como otoño, verano, primavera e invierno, forjan una arquitectura no con una sino con mil entradas. En lo personal, me da la sensación de estar en presencia de un texto como "Rayuela" (1963) del escritor argentino Julio Cortázar.
Desde escenas cotidianas como un almuerzo hasta diálogos remotos sobre la construcción de la población Juan Antonio Ríos en Independencia, Santiago, o las nociones para repensar el germen de la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias son parte de la reconstrucción familiar que el poeta Enrique desarrolla desde la portada, cual escultor en el mármol.
Esas marcas que saltan a la vista son las interrogantes sobre Polonia.
La reflexión que desborda es la frase final: "Solo ochenta años después, le pedí prestado lo que afinaba desde niño. La voz".