En esta pintura se invita a pensar primero en el diseño y el valor agregado de la ciudad (hábitat) para ir en busca de solucionar los problemas de sus habitantes. El hábitat es aquel sistema biológico que permite que exista vida. En la cultura del hábitat, la naturaleza va primero, luego el ser humano y no al revés, porque la mejor manera de preocuparse de las personas es cuidando y potenciando el hábitat donde viven ya que el hábitat, en su diversidad, conecta e interliga todos los temas humanos y todos los temas de la naturaleza, sin jerarquizarlos, porque todo ahí es multisistémico y todo está relacionado con todo y todo tiene la misma importancia.

Preocuparse del hábitat es poner el bien común por delante de todo, porque el bien común no es de nadie pero al mismo tiempo lo compartimos entre todos. Nadie al morir se puede llevar algo del hábitat, al contrario, se transforma en alimento de otros organismos, entrando en el ciclo virtuoso de la naturaleza. A diferencia del dinero, que es abstracto, el hábitat bien diseñado -con valor agregado y sustentable- alcanza para todos. Queramos o no queramos, porque si no lo queremos nosotros lo querrá la naturaleza, el hábitat y no las antagónicas ideologías heredadas del siglo XX será la revolución del siglo XXI.

Óleo sobre tela

2021

58 x 33 cm