De Villa Alemana a la sub 23 de vóleibol
Jaime Bravo Veraguas tuvo un gran 2021 y desde ya pone los ojos en los próximos Panamericanos del 2023.
Jaime Bravo Veraguas tiene 20 años y desde los 14 integra la nómina de la selección nacional de vóleibol piso. Hace poco cumplió seis años inserto en esta disciplina, partió en la categoría base, y hoy es seleccionado sub 23.
El también estudiante de segundo año de ingeniería comercial cerró un exitoso 2021 que estuvo marcado por dos torneos claves para el team nacional.
Los primeros días de septiembre "fue el Sudamericano Adultos en Brasilia, jugamos contra Brasil, Argentina, Colombia, Perú y sacamos podio, obtuvimos la medalla de bronce", contó el líbero del equipo, una posición dedicada a labores defensivas que puede entrar y salir continuamente del campo, reemplazando normalmente al jugador central o a cualquier otro que por rotación se encuentran en la defensiva.
Luego, entre noviembre y diciembre el villalemanino dijo presente en los Juegos Panamericanos Junior en Cali, Colombia, una competencia que calificó como provechosa pese a que se vio afectada por las restricciones de la pandemia. Los chilenos se enfrentaron a México, Brasil y República Dominicana.
"No nos fue tan bien pero la experiencia es lo que cuenta y ya a los sub 23 nos quedaría otro Panamericano para repuntar y prepararnos para Santiago 2023", comentó el atleta, agregando que "tuvimos hartas bajas, algunos se tuvieron que ir a cuarentena por ser contacto estrecho u otros que venían de Estados Unidos se demoraron en llegar porque era complicado viajar con el COVID-19, también se nos fue un jugador importante un poco antes de ir al torneo entonces se conformó un equipo relativamente nuevo".
Sacrificio a la cancha
Antes de descubrir la pasión que siente por el vóleibol, Jaime pasó por el fútbol, ya que "todo era fútbol cuando chico, jugaba en la escuelita de la Católica en Puerto Aysén hasta que me vine a vivir a Villa Alemana", recordó, y justo cuando llegó a la comuna que se topó con lo que era un deporte nuevo en una situación inesperada.
"Un día fui a un entrenamiento de las apoderadas de un colegio acompañando a una tía que es voleibolista y jugué sin saber absolutamente nada, el entrenador nos estaba observando y me invitó a seguir porque tenía condiciones. A las pocas semanas fui a mi primer torneo y saqué primer lugar, así me despedí del fútbol", rememoró el oriundo de la "ciudad de la eterna juventud" sobre el inicio de un periodo de trabajo arduo que continúa hasta la actualidad, de lunes a viernes en el CEO de Ñuñoa.
"Tuve que sacrificar muchas cosas, dentro de todo me costó mucho compatibilizar el estudio con los entrenamientos porque tenía que viajar todos los días a Santiago, llegaba a mi casa a las 12 de la noche y a las 7 de la mañana de nuevo en pie para ir al colegio, así todos los días por cuatro años", contó el atleta que hoy saca adelante su carrera profesional en la Universidad Adolfo Ibáñez y que proyecta migrar a Argentina e Italia para continuar en el rubro.
"He pasado por casi todas las emociones con este deporte, pero la que más me gusta es la adrenalina y la euforia de celebrar con el equipo, que sea un trabajo en conjunto en que todos estemos remando para el mismo lado y que se sienta esa energía de celebrar los puntos", destacó para cerrar el jugador seleccionado chileno sub 23.
Camila Rojas Vargas
deportes@estrellavalpo.cl