Lamentablemente en estos últimos dos años el COVID-19 ha desviado toda la atención de la población en lo que respecta a salud. Sin embargo, estamos viviendo una situación muy compleja en relación al cáncer. Hace tan solo unas semanas, se dio a conocer que es, por primera vez, la principal causa de muerte en Chile.
Estamos lejos de poder controlar esta otra "pandemia", y seguirá sumando casos no solo a nivel nacional, sino que en el todo el mundo. Este resultado se puede deber a diversos factores, entre los que destacan: no llevar una vida saludable, la obesidad, el sedentarismo, el tabaquismo y sin duda también al aumento en las expectativas de vida de nuestra población.
Respecto a este último punto, esto se produce porque con el paso de los años nuestras células acumulan un mayor número de mutaciones en su ADN, que las predispone en transformarse en células cancerígenas. Según el Observatorio Global del Cáncer (plataforma de estadísticas sobre cáncer de la OMS), las personas sobre los 75 años tienen un 28,3% de mayor riesgo de morir por esta enfermedad respecto a la gente de menor edad.
Asimismo, el COVID-19 en sí, también ha sido determinante en el aumento de muertes por cáncer, debido al diagnóstico tardío que se ha producido en este periodo. Según un estudio publicado por la Escuela de Salud Pública de Harvard en conjunto con un grupo de la Universidad Católica en la revista The Lancet, se estimaron 3.200 más muertes debido al impacto del COVID-19 en el cáncer en nuestro país solo en 2021. Además, proyectaron 3.300 muertes más entre 2022 y 2025.
Sin embargo, el COVID-19 no es el único responsable del diagnóstico tardío, la falta de acceso a este por, entre otros, falta de personal de salud especializado, infraestructura y educación también influye, aspectos que esperamos mejoren en nuestro país gracias a la recientemente aprobada Ley Nacional del Cáncer.
El 4 de febrero, se conmemoró el Día Mundial contra el Cáncer, una fecha que nos invita a concientizar la importancia que tiene el diagnóstico precoz, que permite un mejor pronóstico para el paciente, y la práctica de hábitos de vida saludables.
Dr. Carlos Rojas
Jefe de oncología médica
Clínica Universidad de los Andes