En su eterna precariedad, el porteño es pragmático. Lo urgente siempre lo supera, lo importante siempre queda para mañana. Y entremedio de lo urgente y lo importante, el porteño tiene una vía de escape: coleccionar algo, patentes de vehículos, banderines, llaves. Hay aquí un sentido estético y comercial basado en el reciclaje. Desde que Valparaíso es Valparaíso siempre hubo alguien que andaba reciclando algo. Esos seres del pasado son la vanguardia del futuro. Cuando la Tierra explote en mil pedazos, un porteño saldrá a buscar algún recuerdo, una herramienta, una cafetera, y la pondrá como adorno en la nueva ruca que levantará con sus manos.

I

Óleo sobre tela

2021

58 x 33 cm