La dura Navidad de las familias de inmigrantes que viven en la calle
Noemí llegó con sus 2 hijos a Viña del Mar porque le dijeron que había más oportunidades. "Nunca me había tocado dormir en la calle. Esto no es vida", comentó la joven venezolana.
Mientras muchos o al menos la gran mayoría de las familias celebraban anoche la Navidad, una decena de jóvenes de nacionalidad venezolana, se hacían compañía en la Nochebuena más dura que les ha tocado enfrentar.
Parejas de extranjeros que llegaron a Chile junto a sus pequeños hijos en busca de mejores oportunidades compartieron los duros días que les ha tocado enfrentar, sentimientos que salen a flor de piel especialmente en este día.
Y es que la gran mayoría de ellos tomó la difícil decisión de dejar su país y arriesgarse a la incertidumbre de una nación nueva, sin familiares, sin amigos, sin redes de contactos para cuando la vida se vuelve cuesta arriba. El costo ha sido alto y se han visto enfrentados a situaciones límites como tener que dormir en la calle y pedir dinero a la gente para poder susbsistir.
VIÑA Y LAS OPORTUNiDADES
Jeison no supera los 20 años y junto a su esposa y su pequeñita de solo dos años llegó a Viña del Mar buscando mejores expectativas.
Sin embargo, reconoce que las cosas no eran como les habían contado. Creyeron que en Viña tendrían mejores proyecciones de encontrar trabajo, pero aseguran, apenas llegaron se percataron que la promesa no era real.
Llegaron hace solo un par de días a la Ciudad Jardín y tuvieron que instalarse a un costado de la Parroquia de Viña para poder dormir.
"En Chile tenemos como 2 meses y nos vinimos a Viña porque en Santiago la cosa está un poco pesada. No hay trabajo. Somos 11 en total. Estamos juntando dinero para irnos, no sabemos aún dónde, pero donde haga menos frío y donde no tengamos que dormir en la calle porque no quiero que mi hija duerma más en la calle", comentó Jeison quien confidenció que a diferencia de sus compañeros de ruta, optó por dejar Viña del Mar.
Misma decisión que tomó Noemí Jiménez, madre de dos niños de 13 y 10 años y quien admite su decepción ante la realidad.
"Cuando vine creía que me iba a encontrar con posibilidades de empleo pero veo que no, hay mucha gente acá (...) estoy con mis dos niños de 13 y 10 (...) La verdad me decepcioné, cuando venía estaba con la idea de poder trabajar pero nunca de tener que dormir en la calle, eso no es vida para nosotros. Si Dios quiere me regreso a Santiago. Allá al menos trabajaba por mi propia cuenta, vendía agua, gaseosas...por eso me voy", admitió esta joven.
Mientras levanta la ropa de cama con que cobijó a sus hijos, Noemí reconoce que estas fechas además hacen todo más doloroso y evidencian sobre todo la soledad y el abandono en que se sienten estando lejos de su tierra.
"Ya viene Navidad, estamos casi terminando el año. Vamos a ver qué se nos viene en enero si encuentro un empleo más estable", relata esta joven oriunda de Valencia en Venezuela.