El tema apunta a un concepto que puede enfocarse de diferentes formas y que tiene una connotación operativa con muchas consecuencias prácticas. No olvidemos que nuestras acciones se relacionan con lo que entendemos de los conceptos y así nos relacionamos con la realidad, en la cual nos corresponde actuar.
Ahora estamos viendo la fuerza de la palabra en política, la preferencia fue para el programa que más convenció a los sufragantes.
El término deriva de tolere que significa soportar, aguantar, en latín es tolerantia, relaciona con paciencia; es considerada una virtud, esto es, un hábito de hacer el bien.
Veamos si se da siempre de esta manera:
Para poder hablar del tema debemos aclarar algunas situaciones en que no está claro que se debe dar la tolerancia, contextualicemos la cuestión. La tolerancia solo se puede dar cuando los oponentes buscan el bien común, más aún, no debe haber presencia del mal, esto es, daño a alguno de los oponentes. No se puede hablar de tolerancia si el otro me desmedra o me desea eliminar. No puede haber tolerancia si el otro adopta una posición maniqueísta que es el dogmatismo extremo y la descalificación. No hay otra forma de interacción que no sea el rechazo o la ruptura de la relación.
Tampoco podemos tolerar acciones intrínsecamente malas: ecocidio, genocidio, homicidio, tortura; por dar algunos ejemplos.
La tolerancia solo puede hacerse efectiva cuando se excluye el mal. Su ámbito es acotado; sin embargo, es importante para la vida social: permite una relación fluida y hace más eficientes los grupos de trabajo.
Algunos autores hablan de tolerancia pasiva y activa.
La pasiva consiste en aceptar las posiciones de los otros, sin llegar a la sumisión ni a la negación de la propia posición. Es lo que se da en algunas discusiones académicas: por ejemplo; cuando se discute si es necesario el aprendizaje de la gramática, para el mejor manejo del idioma o basta con la práctica y la escucha.
La activa consiste en tratar de conocer bien la posición del otro y ver los aspectos positivos; confrontarlos con la posición propia y, finalmente, lograr una síntesis con lo bueno de ambas posiciones. Esta dialéctica presupone una apertura amplia frente a lo que no concuerda con nuestro pensamiento y ser capaz de modificarlo. A veces se da cuando analizamos críticamente el Socialismo, encontramos que hay algunos aspectos muy favorables y otros, francamente negativos. Pensemos en el euro socialismo, que ha tenido muchos logros.
Es una posición ideal y, por lo tanto, difícil de sustentar. A pesar de ser la única forma de algo nuevo y perfeccionar la propia filosofía. Los especialistas nunca se niegan al aprendizaje, es la única forma de progresar.
Tomando en cuenta otro punto de vista más psicológico, se puede hablar de una tolerancia objetiva y otra subjetiva. La primera se da frente posiciones ajenas, es un hétero tolerancia, la otra se refiere a fenómenos internos, es una auto tolerancia.
La hétero tolerancia se da, por ejemplo, al referirse a opciones filosóficas como cuando se discute qué posición es la correcta: el platonismo idealista o el realismo aristotélico; son asuntos que trascienden mi yo, es la tolerancia que nos permite convivir con los demás en el grupo. De alguna manera no nos compromete internamente, no me afecta la personalidad profunda
También se pueden nombrar tipos de tolerancia, según el objeto que se toma en cuenta; hay tolerancia en política, en la bulla, los olores, a los animales, al frío, a la suegra, al trabajo pesado, tolerancia cero y un largo y repetido etc.
La tolerancia es uno de los pilares de la vida social pues garantiza una interacción tranquila y nos aparta de conflictos que solo disfuncionan la convivencia y alteran la salud mental, Muchas veces las intolerancias nos priva, en forma gratuita, de una buena vida social. Se provocan discusiones o animaversiones que redundan en conflictos innecesarios. Lo que es peor, provocan discusiones bizantinas que no conducen a ninguna parte, por el contrario, la tolerancia nos permite vivir mejor y nos da la posibilidad de perfeccionarnos y progresar en nuestro conocimiento, Debemos estar atentos para darnos cuenta cuándo somos intolerante, y sobre todo, dejar de lado los prejuicios, Todo esto sin llega a la sumisión ni a la negación de nuestros propios principios; tratemos de encontrar el justo medio como afirmaba Aristóteles.
Carlos Cabrera G.
Orientador colegio Patmos