Alcaidesas: las primeras funcionarias públicas
Las mujeres que ingresaron como pioneras a la administración del Estado no fueron las secretarias, las profesoras o las enfermeras, sino las encargadas de la custodia de las presas.
Por Juan Guillermo Prado
Benjamín Vicuña Mackenna, en su "Historia de Santiago", al referirse a las corridas de toros, sin especificar en qué año, señalaba que en la plaza se levantaban anfiteatros para los funcionarios públicos: "Los más suntuosos se construían en el costado septentrional, concediéndose treinta varas de longitud al tablado de la Real Audiencia y el Cabildo, doce varas al de los canónigos, ocho a la Universidad y seis a cada uno de los colegios. Los arcos de la casa consistorial se destinaban para las familias que quisiesen arrendarlos, reservándose un espacio para los escribanos que tenían allí sus oficinas y otra para la alcaidesa de la cárcel, por derecho de domicilio. El resto se vendía al público por el rematante de la fiesta para costear el refresco del Presidente, oidores, canónigos y demás personajes convidados".
En la lectura se destaca la presencia de la alcaidesa de la cárcel de Santiago. Sin duda la primera funcionaria pública del país, en un tiempo que la mujer estaba relegada a su hogar, a los monasterios de monjas y las casquivanas a la Casa de Recogidas, que funcionaba en las cercanías del cerro Santa Lucía.
Pero teníamos que comprobar si Vicuña Mackenna estaba en lo cierto y tras una ardua e incompleta búsqueda en las actas del Cabildo de Santiago, el 17 de agosto de 1699, se daba cuenta de que la cárcel santiaguina se había separado en dos departamentos, hombres y mujeres, para evitar desórdenes y situaciones que atentaran contra la moral, nombrándose una mujer de confianza con el título de alcaidesa.
Al año siguiente se desempeñaba en ese cargo, doña Ana María Naranjo, parda (negra) libre y dueña de medio solar, en la calle atravesada, actualmente Alonso de Ovalle.
En el Archivo Nacional aparece un documento del año 1702 que indica que, para acompañar al alcaide Juan Muñoz de Ayala, se designa a su mujer Agustina de Miranda como alcaidesa de la cárcel de Santiago. El documento textualmente indica: "Le podrá conceder el dicho salario [200 pesos] a la persona de satisfacción que sea nombrado o nombraré para dicho efecto; los 150 pesos de ellos para el sujeto a cuyo cuidado estén los presos y los 50 pesos restantes para la mujer que se nombrare que cuide de las mujeres que estuviesen presas en la cárcel".
El texto es algo confuso pero lo que está claro que el alcaide ganaba tres veces más que la mujer. La discriminación salarial comenzó en esos lejanos tiempos.
En el año 1761, otro documento del Archivo Nacional indica que la alcaidesa de la cárcel de la capital del Reino de Chile fue María de Jesús Gaete.
En Tiempos de la Independencia
Así llegamos a tiempos de la Patria Vieja y en el acta del Cabildo de Santiago de 26 de febrero de 1813 aparece una petición de la alcaidesa de la cárcel de mujeres "en que pide aumento de sueldo". Lamentablemente, no aparece el nombre de la peticionaria y si le incrementaron el salario.
En el gobierno de O'Higgins, en sesión del Senado de 14 enero de 1819, se refiere a los sueldos del alcaide y de la alcaidesa de la cárcel de Santiago. El primero recibe 300 pesos de sueldo anual y la alcaidesa sólo 50 pesos.
El Congreso Nacional en sesión de 25 de enero de 1825, se dispone que el alcalde de la cárcel, con dos llaveros y alcaidesa de mujeres, percibirán cincuenta pesos cada uno al año. Pero al alcaide se le recompensa su trabajo con un real diario y se le dan seis reales de velas para el cuarto del oficial de guardia, puerta de la cárcel y faroles del interior que dan como resultado $273,5 anuales.
El teniente Cristián Hernández, jefe de la sección doctrina de la escuela institucional, señaló: "En 1835 fueron nombrados Manuel Chacón y su esposa María del Carmen Sosa, quien a la muerte de su esposo se retiró para dejar en lugar a Carmen Negrete y José Fajardo como sucesor de su marido".
Por un decreto de 30 de octubre de 1857 se crea el empleo de alcaidesa de la cárcel de mujeres de Santiago y años más tarde por un decreto de 1863 se crea el cargo de alcaidesa de la cárcel de mujeres de Caldera.
Sueldos más bajos
Las cárceles en el siglo XIX estaban a cargo de las municipalidades y los sueldos de las alcaidesas variaban notablemente. En 1880 la encargada de la cárcel de Copiapó percibía $400, la de Santiago $91 y la de Concepción solo $36. Las diferencias de sueldos con sus colegas hombres eran notorias: en Copiapó el alcaide ganaba $960, en Santiago $988 y en Concepción $300.
Las alcaidesas desaparecen al finalizar el siglo XIX y aparecen las denominadas casas correccionales cuya dirección y administración es entregada a las monjas de la Congregación del Buen Pastor. El año 1911, el Presidente Ramón Barros Luco crea el Cuerpo de Gendarmería de Prisiones; y el mismo año se dicta el Reglamento Carcelario que otorga la categoría de prisión a las Casas Correccionales de Mujeres, comenzado así el trabajo mancomunado entre el Cuerpo de Gendarmería de Prisiones y las religiosas, el primero a cargo de la custodia en determinados casos y las monjas responsables del tratamiento de las prisioneras.
El teniente Hernández nos indica: "El Cuerpo de Gendarmería de Prisiones fue la primera institución uniformada en incorporar mujeres a sus filas. Los primeros registros datan del año 1926, en la revista 'El Gendarme' de ese año figura la incorporación en la compañía de la Cárcel de Valparaíso de la gendarme María Cristina Johnson y en la compañía de la Cárcel de Santiago las gendarmes Mercedes Araneda Latorre y Amanda Toledo Calvo. Posteriormente, en el Boletín de la Dirección General de Prisiones del año 1940, figuran como dotación de la Casa Correccional de Mujeres de Santiago diversas mujeres como vigilantes. La mayor incorporación de mujeres al servicio fue en los años 1959, 1960 y 1962. El año 1965 se dicta el primer curso regular de vigilante femeninas conformado por 20 alumnas, el año 1980 se nombra a la primera Oficial, la Capitán María Irene Manríquez Bravo y en 1981 ingresaron las primeras 13 aspirantes a oficiales femeninas".
Nuevas contrataciones y reformas han ocurrido en Gendarmería de Chile. El año 2015 se convirtió en la primera institución uniformada en contar con una tambor mayor y una banda de guerra.
Consultamos con Christian Alveal, director Nacional de la institución, cuál es el presente y futuro de la mujer en Gendarmería.
"Hoy mujeres y hombres se forman en igualdad de condiciones para asumir las mismas funciones y responsabilidades en las múltiples áreas del quehacer penitenciario. El año 2001 asumió la primera directora regional y en el año 2006 la primera directora de Escuela, quien fue la primera oficial femenina en alcanzar este grado, que para entonces era el tope de carrera para los oficiales de fila. Hoy existen mujeres coroneles ejerciendo el mando como directoras regionales, jefes de departamento y alcaides de cárceles complejas, formando parte del alto mando institucional. Creo que la institución crecerá aún más cuando tengamos más coroneles y suboficiales mayores femeninas, pues su mirada y sensibilidad es clave para una mayor humanización del sistema penitenciario, tal cual lo están demostrando hoy en día", señala.
"Desde este año, las mujeres cumplen funciones de centinelas al igual que sus camaradas masculinos; y el ingreso como aspirantes a oficiales y gendarmes alumnos y alumnas fue por primera vez en base a las competencias de los y las postulantes, para que nunca más una mujer sea discriminada por existir cupos preestablecidos en razón de su género", agrega Alveal.