El último escobero del Puerto: un oficio que se niega a desaparecer
Celso San Martín, del cerro Jiménez, lleva 44 años dedicándose a este rubro. Hoy intenta mantener viva la tradición que heredó de su padre.
Francisca Palma Schiller - La Estrella de Valparaíso
Celso San Martín, don Checho de cariño, se emociona al hablar de la tradición familiar que heredó del hombre más admirable de su vida: su padre. Hoy, entre mangos de madera, curagüilla y el cariño de su familia, el porteño del cerro Jiménez se ha convertido en una leyenda viva: es el último escobero de Valparaíso.
Es que este oficio, que en oportunidades ha sido olvidado por algunos, se niega a desaparecer gracias al trabajo, sacrificio y significado que le hado Celso entre los cerros de la Ciudad Puerto.
Con una experiencia de 44 años y un taller adecuado para la construcción de la preciada escoba, elemento infaltable en los hogares chilenos, don Checho cuenta qué significa este oficio y cómo ha sobrevivido pese a las amenazas de un sistema que se aboca cada día más a lo desechable.
"Llevo 44 años haciendo escobas como artesano y, por otro lado, vendiéndolas. Ese es mi trabajo de ahora, es algo que me apasiona. Empezamos trabajando una familia completa en la escoba, con mi papá y mis hermanos, pero desgraciadamente se fueron quedando en el camino y para que no se perdiera la tradición yo seguí solo, llevo 25 años trabajando solo… hasta cuando Dios quiera", nos cuenta don Checho.
"Es difícil seguir ahora porque todo se ha perdido, las tradiciones ya no están. Yo mantengo el oficio pero no porque sea un trabajo comercial, porque no es rentable, sino para mantener la tradición más que nada. Presiento que yo seré el último que haga escobas, porque no es comercial, no es para decirle a un hijo o a un nieto que siga con este oficio. Actualmente yo hago esto por hobby, como un pasatiempo, para no quedarme todo el día sentado, porque ya estoy jubilado", agrega.
Su esposa, Adriana, también tiene palabras de admiración. "Es muy sacrificado el trabajo que tiene, sale a la calle a vender, aunque los médicos le dicen que lo que él hace le hace muy bien para su salud. Igualmente a él le gusta lo que hace", nos señala.
Elemento diferenciador
Inspirador de poemas y canciones de cuecas de La Quinta de Los Núñez, Celso revela los detalles que caracterizan a su artesanal escoba, como también sus pormenores: si antes vendía 14 al día, hoy son solo tres.
"La diferencia es que esto es natural, lo otro es sintético, de petróleo, de plástico; esto no y dura muchísimo más. Además le da trabajo a la gente de campo, lo que no hace la industria. Yo vendo a $10 mil la escoba y $5 mil las chiquititas. Hay un gran trabajo detrás en hacerla, uno no cobra caro porque quiere, sino porque hay un gran trabajo, además hay que ir a buscar las ramas a Los Andes, viaje que hago yo junto a mi hijo y que por el tema de la pandemia se ha complicado", indica.
El último escobero de la zona reflexiona: "Yo considero que le escoba que hago yo, es la mejor escoba".
Los interesados en conocer el patrimonial producto y tener en sus manos una escoba hecha por una leyenda viva porteña, pueden encontrar los detalles en la red social de Facebook 'Escobas Artesanales San Martín'.
"Esto es natural, lo otro es sintético, de plástico; esto no y dura mucho más. Además le da trabajo a la gente de campo, lo que no hace la industria".