Libro recoge las experiencias de los primeros haitianos en el barrio puerto
Programa Migrante de la Corporación La Matriz realizó un texto que muestra cómo se fueron adaptando a la ciudad y aprendieron español.
Año nuevo en el mar, fuegos artificiales, luces en la bahía. Esas fueron las imágenes de Valparaíso que hace unos años se le quedaron grabadas al haitiano Samuel Victorin y que finalmente lo ayudaron a decidir, junto a su esposa, a qué ciudad de Chile trasladarse. Ambos se instalaron en Curicó tras llegar de la isla, pero ahí no lograron adaptarse y pensaron que en otro lugar podían empezar de nuevo.
Ya en esta ciudad, quedaron impresionados con las luces nocturnas, las de los cerros y las que se reflejan en el mar. "Las luces significan esperanza", dice Samuel, quien recuerda que en su ciudad natal, Fort Liberte, solo había electricidad 6 horas al día, 3 en la mañana temprano y 3 en la noche. Eso lo obligaba a hacer los trabajos del colegio al caer el sol, mientras que las mujeres no podían andar seguras en la oscuridad.
Samuel Victorin es parte de la primera generación de haitianos (de entre 25 y 40 años) que llegó a instalarse en el Barrio Puerto de Valparaíso hace unos 7 años y que contó sus vivencias en el libro "Memorias haitianas del barrio puerto, relatos desde algunos rincones de Valparaíso", realizado por el Programa Migrante de la Corporación La Matriz y que fue presentado ayer a la comunidad.
Se trata de un texto que recoge la experiencia de hombres y mujeres que salieron de la isla del Caribe con el fin de buscar una mejor vida en Chile y específicamente, en Valparaíso. El libro fue escrito por Patricia Pérez, Dora Segovia, Andrés Jiménez y Constanza Saavedra y se puede conseguir en formato digital en www.corporacionlamatriz.cl.
Más que clases de español
Dora Segovia es una de las fundadoras del programa Migrante de la Corporación La Matriz y el año 2015, junto a Andrés Jiménez trabajaban en el Ministerio de Educación cuando se dieron cuenta de la necesidad de ayudar a los migrantes haitianos que habían empezado a llegar al Barrio Puerto y que no hablaban ni una gota de español.
Al principio fueron 30 personas en las clases, las que no solo encontraron en ellas lo necesario para comunicarse en la ciudad, sino que generaron lazos que se mantienen hasta hoy y que se reflejan en el libro recién editado.
Sin duda para los haitianos la barrera del idioma es importante, como ellos dicen "Kreyol, la lengua inquieta". Y también fue un desafío para los profesores que debieron desarrollar un sistema especial para enseñar castellano. "Para nosotros fue un aprendizaje, además nuestras clases eran más que eso, eran una oportunidad para compartir experiencias, asesorarlos en el tema laboral, de salud. Y así hemos trabajado durante todos estos años y desde 2018 realizamos celebraciones, como las fechas que son importantes para ellos", comentó Dora Segovia.
Sobre el libro, esta integrante de la Corporación La Matriz, destacó que hace mucho tiempo tenían la intención de hacerlo. "Todo el libro fue realizado con entrevistas que les hicimos a ellos, no lo escribimos desde nosotros, sino que desde ellos. Quisimos plasmar la experiencia de la primera generación de haitianos en el Barrio Puerto".
Más que trabajo
"Migrar es un derecho humano", dijo Esteban Elórtegui, director de desarrollo de la Corporación, en la presentación del libro, dejando claro cuál es la postura de la entidad frente al arribo de extranjeros al país, y en especial a la ciudad.
Según Dora Segovia, loo más importante para que las familias haitianas puedan tener una vida digna, es primero derribar la barrera del idioma, y luego conseguir un trabajo que les permita subsistir. Al menos en el barrio puerto eso se ha logrado, ya que han sido bien acogidos por la mayoría; actualmente es posible ver a muchos de ellos trabajando en los nogocios locales. "Igual han un raciscmo disfrazado -afirma Segovia- porque muchas veces les ofrecen menos sueldo por más horas de trabajo. Pero a pesar de eso acá se sienten más acogidos, que en Santiago, por ejemplo".
Y se han dado experiencias positivas. Como la del mismo Samuel Victorin, quien está muy agradecido del programa y en especial de Dora Segovia. Actualmente trabaja como auxiliar en la Universidad Católica de Valparaíso y si se mantiene en ese puesto tiene la posibilidad de estudiar una carrera técnica. "Mi sueño es estudiar Ciencias Políticas o Física", dice él, pero está consciente que lo mejor es ir paso a paso, no tiene apuro.
Mientras, dice estar feliz con la experiencia y agradece a los porteños, "por mantener los fuegos artificiales de año nuevo, de verdad es que son espectaculares", afirma.
Actualmente no se están hacienco clases de español, pero las actividades del Programa Migrante continúan. Están preparando un carnaval, actividades culturales. "Cada uno de nuestros primeros alumnos ya tomaron su propio vuelo, ya están mucho más integrados", asegura Dora Segovia.