Crimen en Florida

En 1994, Pablo Ibar, un joven americano descendiente de padre vasco y madre cubana, comenzó a vivir una pesadilla. Tras una sólida carrera como "pelotari" (jugador de pelota vasca), Pablo decidió irse a vivir con su madre en Florida y, junto con ello, recuperó algunas malas compañías de juventud, que lo llevaron a meterse en situaciones complicadas. Lo que Pablo nunca imaginó era que ese giro en su vida lo llevaría a estar 16 años en el corredor de la muerte, esperando la sentencia capital, y permanecer hasta hoy condenado a cadena perpetua en una cárcel de Estados Unidos. ¿La razón? A pesar de que él y su entorno siempre han clamado inocencia, Pablo ha sido condenado en tres juicios consecutivos como autor de "los crímenes de Miramar", una serie de tres asesinatos ocurridos en Florida y donde la principal evidencia en contra de Ibar fue una cinta de video de mala calidad que muestra a un latino muy parecido a él como autor de los hechos.

El caso fue muy bullado en España, luego de que el padre de Pablo , hermano del legendario boxeador vasco Urtain, hiciera pública su situación y reuniera fondos para la defensa de su hijo. Pero la suerte ha sido esquiva con Ibar y desde allí en adelante los juicios le han sido adversos, logrando únicamente revertir la pena de muerte y cambiarla por una cadena perpetua.

"En el corredor de la muerte", producida por Movistar+, es una miniserie en cuatro capítulos que intenta recrear una historia profunda y dramática pero que, como no decide nunca qué enfoque tomar, termina dejando gusto a poco en el espectador. La serie no se define entre una pieza dramática, un obra policial o un drama legal y, en ese sentido, desperdicia los mejores momentos de la historia, sin profundizar en uno ni en otro. Los amantes de los dramas legales y del género de "true crime" quedarán insatisfechos porque nunca logramos entender en qué ha fallado la defensa o cuáles han sido los abusos o faltas de la policía o la fiscalía, algo que a estas alturas, y con la cantidad de series y documentales del tema que hay disponibles, resulta imperdonable. El drama personal tampoco alcanza su real dimensión y así nos perdemos momentos claves, como la muerte de la madre de Pablo o la vida del acusado al interior de la cárcel, alejado de su mundo y atormentado por sus errores. En ese sentido, la serie avanza a ritmo vertiginoso, tratando de cubrir una historia que se extiende por más de veinte años, pero sin lograr consolidar la necesaria complicidad y empatía con el espectador.

Lo que sí es destacable es el nivel de la producción, con un buen trabajo de dirección y una excelente recreación del variopinto mundo de Florida, lleno de acentos y costumbres de los migrantes latinoamericanos.

Interesante para conocer más del caso Ibar, pero lejos del nivel que ha alcanzado el género hoy en la televisión.