Los empleados municipales, o los maestros del aseo como los denominamos con cariño, sacan la basura los lunes y jueves en el cerro donde vivo. Si alguno de los del barrio o yo mismo no tenemos dispuestas nuestras bolsas, nos lo advierte el grito de "¡aseo!", fuerte y claro. Saludan gratamente al vecino que sale apresurado respondiendo al llamado. También las tallas, muy chilenas, resuenan entre aquellos que hacen esta labor. Son desechos materiales que son sacados de nuestras casas, religiosamente, en estos días de la semana. Ojalá fuera tan fácil extraer también de nuestros hogares y del corazón de los habitantes de esta patria los rencores, envidias, los odios y este "espíritu de oposición", que en todo nos confronta. Los espacios de nuestra nación no son para albergar desperdicios donde se golpee, se hiera o menoscabe, en un lenguaje absurdo de desprecio por el otro. Hace falta un grito fuerte de "¡aseo!". Quizás -o sin quizás- lo dé la nueva Constitución. Son tan sencillos estos dos días de la semana, como reglamento municipal, sin embargo, si se altera su cumplimiento por protestas o reclamos de diversa índole, que pueden ser justas o injustas, las consecuencias son evidentes: mugre, perros vagos comiendo en la calle, la fetidez, etcétera. Algunos recogemos nuevamente las bolsas dejadas y esperamos que todo se arregle... Las consecuencias de los desechos morales no se pueden cuantificar ni describir… Para que no ocurran: la esperanza... Que cumplan sus deberes los que tienen en sus manos como enfrentarlos, sean sacerdotes, políticos, profesores… y lo hagan con una disposición semejante a estos maestros del aseo. Al ser calificado en sus saludos como "caballero", hago notar con mi "buen día maestro" que soy tan humano y chileno como ellos. Una nueva Constitución debe tomar ejemplo de estos hombres. Seguramente ellos, al igual que todos nosotros, han escuchado las promesas de un Chile mejor. Ellos tienen una energía y un símbolo para significar este anhelo de todos y no puede ser otro que aquel grito con el cual hacen su trabajo: "¡Aseo!".
Leonardo Alexis Arriagada Avilés, Doctor en Filosofía