Chile entre dos pandemias
Entre 1918 y 1921 nos afectó la gripe española que causó más de 40 mil muertos, equivalente al 1% de la población. El COVID-19 hasta ahora ha significado la muerte de 18 mil personas, aproximadamente un 0,096% de quienes vivimos en el país.
Por Juan Guillermo Prado
En abril de 1918 se supo del primer contagiado en Chile de la mortal gripe española, pero nadie hizo mayor caso; había problemas más angustiantes que afectaban a la ciudadanía y uno de ellos eran las pésimas condiciones de vida en que vivía gran parte de la población.
El 22 de noviembre se realizó, en Santiago, una masiva "marcha del hambre" que congregó a más de 20 mil personas, con pancartas que decían "el pueblo pide pan", "hay que suspender el impuesto al ganado argentino" o "¡hasta cuándo!".
Las manifestaciones se extendieron por el resto del país. En Valparaíso, el 30 de noviembre era asaltado y destruido el taller del periódico anarquista Verba Roja, que apoyaba las marchas en contra del hambre.
Sin embargo, la gripe española avanzaba y dejaba víctimas, especialmente en Santiago y Valparaíso. Pedro García de la Huerta, ministro de Interior, señalaba: "El Gobierno no tiene conocimiento oficial de que la epidemia se ha desarrollado en Valparaíso con síntomas más graves que los encontrados en Santiago. Lo último que se sabe es que la enfermedad se ha extendido a la Escuela Naval". En aquel tiempo no había conferencias de prensa y las autoridades se desentendieron de informar a la opinión pública sobre las consecuencias de la epidemia.
Gripe Española: Cuatro Olas
En 1918 fallecieron más de seis mil personas en el país. Llegó el verano y la epidemia declinó pero con el invierno se produjo una segunda ola de contagios, que causó numerosas muertes en agosto de 1919. La primavera y el verano de los años 1920 y 1921 trajeron una tercera ola pandémica. El 25 de junio de 1920 hubo elecciones presidenciales que luego de una reñida lucha salió triunfador Arturo Alessandri Palma. Una cuarta ola y final se desarrolló entre junio a diciembre de 1921, que se vivió con mayor fuerza en Santiago.
Unas 40.000 personas murieron por esta epidemia en Chile. La población del país, según el censo de 1920, fue de 3.753.799 habitantes; esto significó que sucumbió más del uno por ciento de la población.
Sin embargo, revisando el Diario Oficial de aquellos años y el Banco de Datos sobre legislación que mantiene la Biblioteca del Congreso Nacional, hemos podido comprobar que en aquella época no se dictó ninguna ley, decreto o resolución que tratara de minimizar los estragos de esta pandemia. Fue como que no existiera.
Una medida impopular era la presencia de la Policía de Aseo y Ornato cuyos integrantes recorrían ciudades, pueblos y barrios, velando por el lavado diario de las calles para impedir la acumulación de desperdicios; inspeccionando y clausurando conventillos, ferias y todos los lugares en donde se detectara alguna sospecha de la enfermedad.
En los sectores populares las familias escondían a sus enfermos porque temían y desconfiaban de las autoridades sanitarias.
La Pandemia no Importaba
Imitando lo que ocurría en Estados Unidos, algunas personas usaron mascarillas. Pero no hubo cordones sanitarios, los centros de estudio como las universidades, colegios y escuelas mantuvieron casi en forma normal sus clases y solo cerraron para que se hicieran labores de desinfección. Se realizaron celebraciones como la fiesta de la primavera y las fiestas patrias. Paradojalmente, se prohibió la asistencia a los cementerios el 1 de noviembre y dejó de funcionar la Vega Central, considerada el principal foco de contagio, pues uno de sus trabajadores fue el primer enfermo.
Los fallecidos aumentaban pero el país seguía sus labores habituales. Los diarios y periódicos de la época no daban mayor importancia a la peste que tenía diversos nombres: "garrotazo", "cuerpo cortado", "mal de Santa María" o simplemente "grippe" y muchas veces las noticias aparecían junto a la cartelera de los teatros y cines o de los avisos de las innumerables sociedades mutualistas que existían en la época.
Una excepción fue el diario La Unión de Valparaíso, que publicó diversas reglas para enfrentar la pandemia, entre las que destacaban: una alimentación sana en todo sentido; velar por el aparato respiratorio evitando "atmósferas confinadas" como cafés, tabernas y todo espectáculo público; cultivar la oxigenación, valiéndose de paseos al aire libre y la limpieza de las ropas y utensilios que estuvieran expuestos al contacto con los enfermos. No hubo toque de queda y tampoco restricciones a los viajes nacionales o hacia el extranjero.
diferencias
Las diferencias de aquella pandemia con lo que ocurre en estos tiempos son enormes. Según la mencionada Base de Datos de la Biblioteca del Congreso Nacional hay vigentes unas 940 normas legales que se han promulgado en relación al COVID-19 o coronavirus. Por ejemplo, se han dictado en menos de un año de existencia de la pandemia, 66 leyes y 163 decretos, de ellos 82 tienen que ver con aislamiento y cuarentena y 72 con cordones sanitarios.
En materia económica los efectos de la gripe española fueron desastrosos; si en el mundo hubo una caída del 6% en el PIB, en nuestro país este cayó el 15%, pues a la crisis sanitaria se sumó la aparición del salitre sintético creado por científicos alemanes, que redujo notablemente la exportación del "oro blanco".
Los municipios invirtieron, dentro de sus escasas posibilidades, considerables recursos en limpieza y desinfección en hogares, calles y en el transporte público. Se autorizaron montos adicionales para los hospitales y compra de medicinas, pero a nivel estatal no hubo ningún tipo de ayuda a las numerosas personas necesitadas.
En cambio, con todas las críticas que se han hecho respecto a la actual pandemia ha existido ayuda a la población vulnerable a través, entre otros, de subsidios, leyes de protección al empleo, bonos y cajas de alimentos.
Expectativa de vida
Una disparidad importante entre la gripe española y la pandemia actual es quienes han sido los afectados. Ahora son las personas de la tercera edad. Por la gripe española, junto a las personas adultas fueron contagiados los menores de 15 años.
En 1920, por cada mil nacidos vivos, fallecía la cuarta parte de ellos antes de cumplir un año. Un recién nacido en Chile en 1920 tenía una expectativa de vida de solo 31,5 años; de 32 si era mujer y de 31 si era hombre. En la actualidad, por cada mil nacidos vivos, fallecen siete niños antes de cumplir un año y la expectativa de vida de la mujer es 81,8 años y para los hombres de 76,7 años.
No se puede negar que en aquellos tiempos nuestro pueblo no se caracterizaba por sus hábitos de aseo e higiene. Con la gripe española se modificaron algunas prácticas médicas orientadas a la prevención que comenzaron a institucionalizarse en la salubridad nacional. En 1918 se dictó el primer Código Sanitario que estableció la normativa relacionada con el fomento, protección y recuperación de la salud en el país pero en ninguna parte se exigió, como ahora, el lavado de manos, el uso de mascarillas y el distanciamiento social.