La desagradable y peligrosa disentería
Es una infección que se manifiesta con diarrea, dolor de estómago y fiebre y, en los casos más graves, puede provocar la muerte. Se calcula que fallecen anualmente unas 600 mil personas en el mundo.
Por Juan Guillermo Prado O.
Pareciera ser que la disentería es una enfermedad a los dientes pero su nombre viene del griego dys: alteración y enteron: intestino. El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), estima que en todo el mundo cada año hay entre 80 y 165 millones de casos y 600.000 muertes causadas por la bacteria shigella dysenteriae que existe en el agua y los alimentos contaminados, afectando especialmente a menores de cinco años en países en vías de desarrollo.
Esta plaga es un problema de salud pública mundial y aunque ha afectado a la humanidad durante siglos aún no se dispone de una vacuna. ¿Será porque existe en naciones pobres? En el mundo en desarrollo, es la tercera causa de muerte después de la malaria y la esquistosomiasis, que por suerte no existe en nuestro país aunque se han diagnosticado algunos casos de personas provenientes de países con climas cálidos.
En América, las primeras noticias para combatir esta infección se remontan a 1516. En aquel tiempo los enfermos mejoraban con la raíz de la ipecacuana, una planta tropical que combate la bacteria causante de la enfermedad.
canelo y maqui
En nuestro país no existe la ipecuana, pero desde tiempos lejanos, se han utilizado dos árboles relacionados con la cultura mapuche: el canelo y el maqui, que han servido para combatir esta enfermedad que en términos simples consiste en diarrea con sangre.
El año 2009 se publicó, por parte del Ministerio de Salud, un listado de medicamentos procedentes de las hierbas y allí aparece como deben utilizarse. El canelo mediante una infusión que se prepara con una cucharada de hojas y corteza desmenuzadas, para un litro de agua hirviendo. Hay que beber una taza dos veces al día.
En el caso del maqui se debe elaborar una infusión con una cucharadita de hojas secas trituradas, o dos hojas frescas, o una cucharada de frutos, para un litro de agua recién hervida, es recomendable una taza tres o cuatro veces al día.
En 1931 se dictó el Código Sanitario que obligaba al oficial civil dar aviso a las autoridades sanitarias cuando alguien moría de pestes como el cólera, la fiebre amarilla, la peste bubónica, el sarampión o la disentería. El año 1932 fue incluida en el Reglamento de enfermedades transmisibles.
En los textos de historia aparece la disentería como una epidemia y en los años coloniales fue frecuente en 1628, 1648, 1668, 1718, 1724, 1773 y 1791.
El padre Miguel de Olivares, de la Compañía de Jesús, y el franciscano Francisco Menéndez cuentan en sus obras que, en 1706, hubo entre los pehuenches una epidemia de disentería que, según los brujos indígenas fue ocasionada por haber pasado por sus tierras un sacerdote y una señora española, que era una imagen de la Virgen.
En tiempos coloniales diversas crónicas señalan que la disentería era causada por las aguas del río Mapocho y más de un médico recomendaba, en aquella época, el uso de la ipecacuana.
sangría
En el verano de 1773 hubo una epidemia de disentería en Concepción, que fue relatada de este modo por el protomédico Ignacio de Jesús Zambrano. En su informe textualmente señalaba: "El protomédico de este Reino en obedecimiento del superior decreto de US, que la disentería epidémica que está contagiando la ciudad de Concepción se debe curar de dos modos: primeramente evacuando la causa principal material que corroe y lastima las tripas, esta si viene de la sangre la que desemboca en el intestino duodeno por las arteriolas que visten su túnica, lo que se conoce por padecer asimismo el enfermo una fiebre ardiente, se debe sangrar de los brazos, las veces necesarias según las fuerzas del paciente…". Con ese método de curación la gente moría desangrada y no de disentería.
El médico Enrique Laval, historiador de la medicina nacional, señala que en tiempos republicanos, en 1814, José Gregorio Paredes, médico y cosmógrafo mayor del Perú, que se había domiciliado en las cercanías de Santiago por motivos de salud, escribió sobre las enfermedades observadas en Chile durante 15 meses que vivió en el país, señalando: "que las disenterías son muy raras y de marcha más lenta que en Lima".
Con motivo del desastre de Rancagua muchos patriotas fueron relegados a la isla Juan Fernández, uno de ellos Juan Egaña Risco escribió el libro "El chileno consolado en los presidios o filosofía de la religión" donde relata los sufrimientos en aquel destierro: " Los meses corridos desde enero hasta la fecha (junio de 1816) han sido para nosotros la más dura prueba de todas las aflicciones que pueden oprimir la naturaleza mortal. Faltos de víveres por el tiempo y el incendio; casi desnudos de sus resultas y sin abrigo en este horroroso clima, se siguieron al hambre las crueles enfermedades, haciéndose epidémica una disentería de sangre…".
azote para Chile
El médico Wenceslao Díaz Gallegos, considerado uno de los padres de la medicina sanitaria en el país, quien introdujo aparatos como el termómetro y la aguja hipodérmica, recuerda "que en 1826 empezó sus estragos la disentería tropical o gangrenosa y que ahora es más bien una endemia poco generalizada y esporádica en la estación de los grandes cambios atmosféricos o en las épocas en que el pueblo abusa de los alimentos indigestos".
El profesor Julio Lafargue, escribió en una revista francesa en 1851, que: "Entre las enfermedades más frecuentes en Chile, se encuentran la disentería, la hepatitis y los abscesos idiopáticos del hígado". Agregando: "La disentería es un verdadero azote para Chile, donde es endémica, reina todo el año y contribuye tanto a la mortalidad, que por sí sola hace más víctimas que las afecciones cerebrales y toráxicas agudas como no las provoca en Europa el cólera, el tifus y todas las gastroenteritis reunidas".
El médico Ricardo Dávila, en un artículo publicado en la Revista Médica de Chile en 1876, afirma que en orden de importancia en el país las enfermedades eran: "tisis pulmonar, viruela, disentería, neumonía simple y complicada, afecciones tifoideas, varias afecciones intestinales, hepatitis y otras afecciones del hígado, sífilis…".
Con los años fueron variando las condiciones higiénicas del país y la disentería fue desapareciendo paulatinamente. Hoy, quienes más sufren de este mal son los niños, se combate la disentería con antibióticos y al cabo de cinco días aproximadamente sanan. Si eventualmente al segundo día no responden al tratamiento deben ser hospitalizados o tener un cambio de antibióticos. Sin embargo, en muchos países del Tercer Mundo es una epidemia que aún afecta a millones de personas.