El mundo está enfermo y loco por el COVID
Vivimos una tormenta perfecta con una economía colapsada, políticas restrictivas, aislamiento social y autoridades que hacen y dicen estulticias.
Por Juan Guillermo Prado
Todo habría comenzado el 31 de diciembre del año pasado cuando la Organización Mundial de la Salud recibió, de parte de las autoridades chinas, el anuncio de un brote de una neumonía de origen desconocido.
El 1 de enero se cerró el mercado mayorista de Wuhan, ciudad de once millones de habitantes, después de que se descubrió que los animales salvajes vendidos allí podrían ser la fuente del virus.
El 11 de enero se informó de la primera víctima mortal en Wuhan; dos días más tarde fallecía en Tailandia una mujer que había visitado la ciudad; y el día 16 moría en Japón un ciudadano que había estado en Wuhan. El virus se transmitía con una velocidad insólita.
La OMS denominó el mal como COVID-19. El nombre es una abreviatura de coronavirus disease 2019 (enfermedad por coronavirus 2019, en español). Los gobiernos, los científicos y los médicos estaban perplejos frente a la epidemia. Surgían voces que llamaban a la tranquilidad.
El 23 de enero, Ginés González García, ministro de salud de Argentina, afirmó: "No hay posibilidad de que exista COVID-19 en el país"... El 3 de marzo se detectó el primer caso, el 20 de ese mes comenzó el aislamiento obligatorio y, desde entonces, los infectados en tierras trasandinas han superado el millón y medio y han muerto más de cuarenta mil personas.
Maduro: Arma Biológica
El líder venezolano Nicolás Maduro afirmó, al finalizar febrero, que el mal podría ser un "arma biológica" creada contra China y el resto del mundo. A fines de mayo sostuvo que "hay una operación para contaminar a Venezuela desde Colombia" con aquellos que retornan a su país infectados con COVID-19.
El coronavirus se anunció por primera vez en América del Sur el 26 de febrero, cuando Brasil confirmó un caso en São Paulo. El 9 de marzo, en una visita a Estados Unidos, Jair Bolsonaro, Presidente de Brasil, aseguró que el "poder destructivo" del coronavirus estaba "sobredimensionado". Hasta entonces, la epidemia había matado a más de 3.000 personas en todo el mundo.
Después de regresar a Brasil, más de 20 miembros de su séquito dieron positivo por COVID-19. Hoy es el tercer país del mundo con más enfermos y el segundo con más muertes; tanto es así que ha llegado a superar a Estados Unidos en el número de decesos diarios y es el tercero del planeta en superar los seis millones de casos.
El 12 de marzo, en una conferencia de prensa, los portavoces del ministerio de Relaciones Exteriores de China, Zhao Lijian y Geng Shuang, promovieron la teoría de la conspiración de que el coronavirus había sido "diseñado biológicamente" por las potencias occidentales y sugirieron que el gobierno de Estados Unidos, específicamente el ejército de los Estados Unidos, había propagado el virus.
"Una Gripecita"
Marzo fue el mes de las declaraciones exóticas de algunos mandatarios americanos. En una entrevista radial Alberto Fernández, Presidente de Argentina, afirmó: "La Organización Mundial de la Salud entre las cosas que recomienda es que uno tome muchas bebidas calientes porque el calor mata al virus". Añadió: "Es un virus que según dicen todos los informes médicos del mundo muere a los 26 grados. La Argentina estaba en un escenario climático donde la temperatura promedio rondaba los 30, con lo cual se hacía muy difícil pensar que sobreviva".
En Brasil, Jair Bolsonaro fue más exótico y afirmó: "La población de Europa es más vieja que la nuestra. Entonces, más personas se verán afectadas por el virus que nosotros" y días después expresó en cadena nacional que, teniendo "antecedentes de deportista", "no sentiría nada" si contrajera el coronavirus o, como máximo, sufriría un "resfriado o una gripecita".
Por su parte, Donald Trump afirmó falsamente que la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) aprobó el fármaco cloroquina como tratamiento para el COVID-19. Esto llevó a la FDA a decir que no había aprobado ningún remedio o terapia para la peste y recomendó enfáticamente a las personas que no lo tomen fuera de un hospital o ensayo clínico, debido a posibles efectos secundarios fatales.
Las recetas para combatir la pandemia abundan y proceden de presidentes, políticos, líderes religiosos o escritores. La escritora británica J.K. Rowlin, autora de la saga Harry Potter, aseguró haber tenido los síntomas del COVID-19 y se habría recuperado. Por esto difundió una receta para combatirlo: "La rutina consiste en tomar cinco respiraciones profundas, mantenerla durante cinco segundos y después de la sexta respiración, hacer una gran tos mientras se cubre la boca".
Luego de que un funcionario de Seguridad Nacional declarara que ciertos antisépticos pueden matar el coronavirus en las superficies, Donald Trump se preguntó abiertamente si los desinfectantes podrían usarse en humanos "por inyección", y dijo que "sería interesante verificar" si eso era un potencial tratamiento. Inyectar desinfectantes en el cuerpo es peligroso y potencialmente letal.
Trump también sugirió que se probara otro método "interesante": "golpeamos el cuerpo con una luz tremenda, ya sea ultravioleta o simplemente muy potente... suponiendo que traes la luz al interior del cuerpo, lo que puedes hacer a través de la piel o de alguna otra manera". Algunos seguidores hicieron caso de las recomendaciones de Trump y enfermaron de otras dolencias.
Una Insólita Receta
El 5 de junio, en el estado de Chiapas, donde realizó una gira de trabajo el mandatario mexicano Manuel Andrés López Obrador recomendó: "Comer saludable, no comer productos chatarra... Y estar bien con nuestra conciencia, no mentir, no robar, no traicionar, eso ayuda mucho para que no dé el coronavirus".
A fines de ese mes Donald Trump escribió en su cuenta de Twitter: "Mientras veo la pandemia esparcir su fea cara en todo el mundo, incluido el tremendo daño que le ha hecho a Estados Unidos, me vuelvo más y más enojado con China". Pero, días más tarde declaró: "El 99 por ciento" de los casos de COVID-19 son totalmente inofensivos".
En el mismo discurso, Trump contradijo a varios expertos en salud pública al decir que Estados Unidos "probablemente tendrá una solución terapéutica y/o de vacuna mucho antes de fin de año". Increíblemente, tuvo razón, con la vacuna no con el mal.
La cantante Madonna, el 29 de julio, afirmó que una vacuna COVID-19 ha estado disponible durante meses, pero que está siendo suprimida por personas que pueden beneficiarse de un bloqueo prolongado: "Prefieren dejar que el miedo los controle y que los ricos se vuelvan más ricos y los pobres y los enfermos se enfermen más".
Entre tanta declaración confusa la OMS advirtió que la vacuna contra el COVID no estará disponible masivamente antes de 2022. La jefa de científicos de la organización señaló que todavía "hay un largo proceso" y que se debe dar prioridad a los grupos de riesgo cuando eso pase. Pero se equivocó: la vacuna ya es una realidad en diversas naciones del orbe.
"Estar bien
con nuestra conciencia, no mentir, no robar, no traicionar, eso ayuda mucho para que
no dé el coronavirus".
Manuel López, Presidente de México
"Hay una operaci ón para contaminar a Venezuela desde Colombia".
Nicolás Maduro, Presidente de Venezuela