Mauricio Palma: "Todos los países realizan espionaje a sus vecinos"
-¿Cuánto se sabe en Chile de los casos de espionaje protagonizados por chilenos en Perú? ¿Quedan historias por contar?
-Es poco lo que se sabe en Chile sobre estos casos. Primero, porque muchos de ellos ocurrieron en el peor momento de las relaciones con Perú, a fines de los '70, cuando se cumplían 100 años de la Guerra del Pacífico. Ambas dictaduras militares controlaban los medios de comunicación, por lo que en Chile pasaron casi inadvertidos. Los últimos casos en cambio han sido más mediáticos, en donde la prensa limeña ha puesto especial interés en tratar de esclarecerlos, divulgarlos, llegar hasta el final. En Chile nos hacemos los desentendidos. La Moneda jamás responde, los espías son protegidos por sus instituciones y ojalá que la cobertura mediática pase lo antes posible. Pero como países vecinos y con una guerra en el pasado, estas historias de recelo y espionaje, seguirán por siempre. Es natural en el mundo militar.
-¿Cuán difícil es investigar y sacar a la luz historias que tienen que ver con espionaje?
-Cuando comencé a investigar estos temas, estando en Lima, junto a otro colega periodista chileno, fuimos objeto de seguimientos por parte de efectivos de inteligencia de la Marina de Guerra del Perú, historia que también relato en el libro. Hay que entender que, con justa razón, los militares peruanos son muy desconfiados hacia los chilenos. Siempre ven a un compatriota como un posible espía, a veces llegando a la paranoia, pero la historia reciente les dan argumentos de sobra para esta desconfianza permanente. Además, hay que tomar en cuenta que estos relatos, en su mayoría, son secretos de Estado al más alto nivel. Todos los países realizan espionaje a sus vecinos. En este mismo instante hay decenas de peruanos infiltrados en Chile y chilenos infiltrados en Perú. Es parte de este ajedrez de informantes. Todos espían. El problema comienza cuando te descubren.
-Leyendo el capítulo de los agentes secretos en el Rímac, asoman estrategias que van de lo ingeniosas a los estrafalarias para las labores de espionaje en el Perú e incluso del contraespionajes de los propios peruanos. ¿Cuáles de ellas te llamaron más la atención?
-Hubo algunas increíbles, como la vez en que los organismos de inteligencia chilenos aprovecharon un partido clasificatorio para el Mundial de fútbol del '78, en donde, a sabiendas del jolgorio que ocasionaría la eventual victoria peruana sobre nuestra selección, se ideó un plan para vulnerar las fronteras aéreas peruanas y fotografiar una base arequipeña, que era un verdadero dolor de cabeza para los militares chilenos. Asimismo, la ingeniosa puesta en escena de una agente chilena, que se hizo pasar por una pastora luterana y junto con regalar biblias en los cuarteles peruanos, fotografiaba y enviaba sendos informes al general Contreras, para conocer detalles de los militares del Rímac. También en estos juegos de espías está presente la muerte. Basta recordar que el último peruano condenado a la pena de muerte fue precisamente fusilado por vender información a una red de espías chilenos, liderados por el general de la FACh, Vicente Rodríguez Bustos, un siniestro personaje que era conocido al interior de los organismos de seguridad de la dictadura como Don Vitto Corleone.