"Yo me vacuné contra el COVID"
Luego de un proceso de varias semanas, atravesé la puerta del Centro Respiratorio Integral de la doctora Juanita Pavie, en Quillota, para participar del ensayo clínico de la vacuna de Oxford-Astrazeneca. Aunque no sabré si recibí el placebo o la dosis hasta que se autorice la venta de la vacuna en Chile, ya tuve algunos síntomas propios de una inoculación. Acá, el testimonio del primer paciente vacunado contra el COVID en la región.
Si le preguntaran si estaría dispuesto a ser parte de un ensayo clínico y recibir, eventualmente, una dosis de la vacuna contra el COVID-19 en fase experimental, ¿lo haría? Lo más probable es que no, pero yo decidí hacerlo.
No les voy a mentir y decir que a todo el mundo le pareció una buena idea, porque no fue así, pero tengo el convencimiento de que tenemos que ser un aporte social y científico también, y si uno puede, de manera voluntaria y segura hacerlo, ¿por qué no?
El miércoles, a eso de las 11:00, crucé la puerta del Centro Respiratorio Integral de la doctora Juanita Pavie, en Quillota (uno de los cuatro centros en Chile donde se testea la vacuna de Oxford-Astrazeneca), e inicié un proceso del que, a dos días, me siento orgulloso. Fui el primero: así lo indica la tarjeta de identificación del participante del proceso AZD1222, y de un momento histórico para la ciencia.
Nervios
No les voy a negar que cuando ingresé al recinto de calle Diego Echeverría estaba nervioso, pero cuando al frente tienes un equipo profesional dispuesto a explicar todo mil veces si fuera necesario, los nervios se van en segundos.
Al llegar, lo primero que realizan es chequear tus datos con tu cédula de identidad y verificar que eres quien fue citado para esa hora. En mi caso, las 11:00 del miércoles 1 de diciembre. Con las manos ya limpias, y siempre con mascarilla puesta, lees un resumen del consentimiento que te permite iniciar el proceso. Puedes preguntar lo que quieras y si quisieras, salir por la misma puerta que entraste. En mi caso, seguí hasta el final.
Pasada la instancia de validación ingresas al box de la doctora Pavie, una profesional con experiencia de sobra y la investigadora principal del centro.
La vacuna de Oxford- Astrazeneca se prueba en cuatro lugares en Chile: el Centro Respiratorio Integral de Quillota, la clínica Las Condes, y dos centros de la Universidad de Chile. La de calle Diego Echeverría es la única instalación en región donde se realiza el proceso. Como para sentirse orgulloso.
Chequeo
Ya en el box de la doctora Pavie vienen las preguntas de rigor: preexistencias, problemas de salud, historial médico de corto plazo y, por sobre todo, la revisión en detalle del consentimiento. Una vez que lo firmas, con una ministra de fe y la propia doctora Pavie presentes, se inicia la revisión clínica.
Temperatura, saturación de oxígeno, presión arterial, revisión de las vías respiratorias y examen físico son parte del proceso. Luego de eso, peso, altura y más preguntas, y más espacio para resolver las dudas. El objetivo es que el voluntario pregunte todo lo que necesita saber.
Ya con todo este proceso superado, viene la extracción de sangre para el estudio clínico, la aplicación de un test PCR -que solo se abrirá si hay sospecha de enfermedad a tres días de realizada la inoculación- y luego de eso, el momento estelar: la vacuna.
La de Oxford Astrazeneca no es una vacuna que necesite estar a dos dígitos de temperaturas bajo cero y es en el mismo centro donde la terminan de preparar. Luego de algunos minutos, en donde se revisan las coordenadas de la jeringa y el usuario, viene el momento de la inoculación.
Ni en ese momento, ni después, sabes si recibes un placebo o la dosis de la vacuna contra el COVID-19. Esto lo sabrás, de manera oficial, solo cuando la vacuna reciba el visto bueno para la venta en el país. Ahí, desde el centro te llamarán para decirte que ya estás vacunado o que debes acudir a vacunarte, porque en el proceso de ensayo clínico recibiste el placebo.
Y ahí está la jeringa, sobre una bandeja de metal. Ya está todo listo. No duele, pero la sensación es como si una ola golpeara tu cuerpo, avanzando desde el brazo hasta el tórax. Esa sensación, porque es una inyección intramuscular. Como enfermo habitual de amigdalitis en mis tiempos de juventud, diré que duele menos que la penicilina.
Observación
Luego de 15 minutos para observar reacciones, nuevamente se miden la presión, la temperatura y el nivel de oxígeno en la sangre. Al cabo de otros 15 minutos, y si todo está normal, puedes salir por la puerta de calle San Martín.
Antes recibes el carné que te identifica como participante del proceso de ensayo clínico de la vacuna contra el COVID-19 de Oxford Astrazeneca y puedes hacer tu vida normalmente. De hecho, yo fui por una chuleta con puré, ensalada y hasta helado de piña. Luego del almuerzo, seguí reporteando.
Como parte del proceso, tus datos quedan enrolados con una página web y una aplicación, donde recibirás información de manera constante.
¿No fue Placebo?
Cuando me disponía a escribir este artículo, miércoles por la noche, no pude seguir. Mi cuerpo se sintió cortado y debí ir a dormir. En la madrugada del jueves, a poco más de 12 horas de la vacuna, comencé a sentir algunos síntomas que me habían sido advertidos.
Escalofríos y el cuerpo caliente no me dejaron dormir en algunos pasajes de la noche. Eso sí, nunca tuve fiebre alta. Por la mañana, me contacté con la doctora y tras oír mis observaciones me recomendó tomar paracetamol. Con eso bastó. El día de la vacuna me habría advertido que algo así podría ocurrir.
Presumo que hubo una reacción porque probablemente recibí la vacuna y no el placebo. Eso sí, no podré tener la certeza absoluta hasta que se declare que esta vacuna está apta para ser comercializada.
Por ahora, sigo mi vida con normalidad y cumpliré con el compromiso que adquirí al sumarme a este ensayo clínico: informar por 2 años todo lo que haga con mi salud al Centro Respiratorio Integral, y también acudir a los controles que sean necesarios (al menos cinco) para que revisen cómo avanza la solución en mi cuerpo.