Recordando la película que vimos hace algunos años, hay veces que a los chilenos nos dan ganas de preguntarnos ¿y dónde está el piloto? Porque, palabra, en algunas oportunidades no sabemos exactamente quién va dirigiendo la nave, si el piloto, el ingeniero de vuelo, la azafata jefa de cabina o el piloto automático. A veces también, así de pasadita, nos informan que el encargado del buque -perdón- del avión anda por ahí por el sector de la primera conversando con los pasajeros internacionales, o chacoteando con los de la clase ejecutivos, o hablando de fútbol con los de la sección turistas, es decir, codeándose con el pueblo para no bajar en las encuestas de popularidad entre la tripulación.
Sin embargo, lo que más me llama la atención es cuando colocan el piloto automático, ocasión en que la máquina pareciera gobernarse sola, dando la sensación de que todo se maneja por control remoto, desde un lugar que ignoramos, como también ignoramos quién o quiénes pulsan el aparatito, pues hay momentos en que se tiene la sensación de que son varios los que manejan artefactos distintos, ya que la nave aérea no lleva un rumbo preciso ni se sabe hacia que aeropuerto nos conducen.
En esta máquina tan moderna y perfecta parece que el piloto ya no tiene tanta importancia como en las de antes, cuando él era la inspiración del vuelo, él afrontaba con decisión los temporales que se le anteponían, él buscaba la mejor ruta para salir airoso; en suma, ser piloto era algo muy delicado y que exigía muchas cualidades específicas. Ahora los comandos han dejado de ser primordiales pues otros se encargan de conducir la nave, permitiendo que el piloto sea una figura meramente decorativa, sin mayores responsabilidades en la conducción personalizada del aparato.-
Por eso muchas veces nos asalta la curiosidad de preguntarnos, como en la película, ¿dónde está el piloto?
Washington Sandoval Gessler
Periodista y escritor.