"La gente quiere ver otros rostros… Cuanto menos parlamentarios, mejor"
En entrevista con Región F, la senadora por la Región de Valparaíso descarta de plano ser candidata presidencial del PS y afirma, además, que no es hora de "improvisar liderazgos".
Nada más iniciar la conversación, manifiesta lo contenta que está por los resultados del plebiscito pero, a la vez, advierte que "no es hora de improvisar liderazgos" mirando a las próximas presidenciales, para las cuales apenas falta un año y cuyo disparo de partida se dio inmediatamente conocidos los resultados de la consulta por la nueva Constitución.
Isabel Allende, senadora socialista por la Región de Valparaíso, es tajante en cuanto a que su partido y la centroizquierda en general deben tomar una decisión. Y que esta debiera apuntar a figuras que ya tengan camino recorrido.
La senadora habla desde su vasta trayectoria. Es socióloga de la Universidad de Chile, máster en sociología de la Universidad Autónoma de México y máster en Ciencias Políticas de la FLACSO.
Como hija del expresidente Salvador Allende y de Hortensia Bussi, tras el golpe militar vivió el exilio en México y recorrió el mundo denunciando las violaciones a los derechos humanos que se cometían en Chile.
En su currículum hay historia. Fue la primera mujer en liderar el Partido Socialista (entre 2015 y 2017), dirigió la Internacional Socialista y se erigió también como la primera presidenta del Senado, precisamente cuando Michelle Bachelet era la Primera Mandataria.
Desde esa trayectoria, mira la situación política y advierte, con convicción y un tono de voz enérgico, que no está disponible para una aventura presidencial, pese a que ha sonado entre los posibles candidatos de su partido: "Para mí ese ciclo se cerró y lo único que pretendo por ahora es terminar, como corresponde, mi responsabilidad representando a la Región de Valparaíso", dice claramente.
Tampoco está en sus planes ser constituyente, opción que además, dice, no es factible para los parlamentarios en ejercicio. Pero cree que hay razones de fondo: "La gente lo que quiere ver son otros rostros y, cuanto menos parlamentarios, mejor".
Con la misma fuerza, afirma que fueron las manifestaciones del 18-O las que dieron pie a que se iniciara el proceso constituyente, pero advierte respecto de la gravedad de que haya estado teñido por violaciones a los derechos humanos y responsabiliza directamente a Carabineros: "Se ha demostrado que efectivamente no se respetaron los protocolos, goza de un grado de autonomía que no corresponde. Hay una actitud de defensa corporativa que me parece también poco adecuada", dice.
"Esto es impresentable. Estamos en plena democracia, hay un Estado de derecho, no se puede justificar", por lo que a su juicio es esencial una reforma de Carabineros. Sin embargo, afirma que "nunca han querido tocar este tema de fondo".
"No es que va a solucionar todo"
Isabel Allende tiene muy claro qué debiera estar contenido en la nueva Constitución. Considera que es esencial que un nuevo texto se concentre en la seguridad y protección social, que garantice derechos como la salud, la educación o el medioambiente sano. Todo lo anterior, atendiendo a la situación de las mujeres: "Ya, no es posible que ninguna política pública sea realmente legitimada si no tiene una mirada de género".
En ese sentido, reconoce que una nueva Carta Fundamental no remediará la totalidad de los problemas que hoy manifiesta la ciudadanía, pero sí permitirá avanzar. "No es que va a solucionar todo, pero usted sienta los derechos básicos y después, obviamente, tienen que tener su correlato en las leyes o las políticas públicas".
Para aquello, el primer paso será precisamente la elección de los constituyentes, el 11 de abril de 2021, lo que ya está generando movimiento en los partidos, los mismos que paradójicamente han sido los depositarios del descrédito de parte de la ciudadanía. La senadora admite que "hay un enorme desafío" y que "hay que hacerse autocrítica", pero también advierte que hay algunas áreas en las que sí se hizo el trabajo y que deben ser reconocidas, por ejemplo, la disminución de la pobreza durante los cuatro gobiernos de la Concertación.
"Nosotros recibimos un país casi con 40% de pobreza. Es impactante haberlo llevado al 8%, algo casi inédito", señala.
No obstante, afirma que, al mismo tiempo, "las profundas inequidades de nuestro país se mantuvieron y la gente se cansó de sentirse abusada".
En esa línea, asegura que "los partidos tenemos la opción de irnos ganando nuevamente esa confianza, en la medida que nos vean trabajar con seriedad, que hemos escuchado lo que el pueblo dijo, que quiere una nueva Constitución, pero además cien por ciento elegido, o sea, no quiere ver parlamentarios allí y eso es una tremenda lección".
"Ya no es posible que ninguna política pública sea realmente legitimada si no tiene una mirada de género".