Leo Messi, después de perder la final con Alemania en el Mundial de Brasil 2014 y luego consecutivamente las dos finales de Copa América con Chile en el 2015 y 2016, renunciaba definitivamente a la selección Argentina con la frase: "Se terminó para mí la selección". Pero no pasó nada, no renunció, al final fue tanto el barullo que se armó, por sus elásticas renuncias, que le bajó absolutamente el perfil a las victorias de los alemanes y luego las dos chilenas respectivamente, porque toda la prensa mundial terminaron hablando de su mentadas renuncias y no de los merecidos campeones...
Ahora, coincidencia o no, hace unos días el Barcelona con Messi en cancha pierde en cuartos de final de la Champions League por ocho goles con el poderoso Bayern Múnich. Palabras más, palabras menos, revuelo mundial, Messi renuncia al Barcelona, y como era de esperarse, la noticia no fue el gran triunfo por goleada de los teutones, sino que la nueva renuncia de Leo Messi...
Si se va definitivamente del Barcelona, por lo impensado que sea, es algo que podría ocurrir. Toda rutina agota y es comprensible su partida, pero si no se va, y sigue en Barcelona, después de decir a los cuatro vientos, que renunciaba, esa es otra cosa.
Leo Messi es un excelente jugador de fútbol, para muchos el mejor del mundo en la actualidad, pero es también un muy mal perdedor, y al estirar el elástico con sus renuncias, borra de una plumada todos los méritos de quienes lo han vencido merecidamente en la cancha de fútbol.
Luis Enrique Soler M.